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Tierra de nadie

La vida sigue igual

Ya tenemos gobierno, que viene a ser lo mismo que tener hielo para la nevera o cuerda para el reloj. La nevera no necesita hielo desde hace años (lo fabrica ella), y los relojes van a pilas. El gobierno, aquí, en Francia y también seguramente en China, ha devenido un subproducto de las relaciones económicas, valga la redundancia, pues no hay relaciones que no sean económicas. Aquello que no es capaz de monetizarse, incluidos el odio y el amor, no existe. María Teresa Campos acaba de sacarle una pasta al asunto de su ruptura con Bigote Arrocet y los duques de Susex se están haciendo de oro con su separación de la corona por antonomasia, signifique lo que signifique antonomasia. Cristina Cifuentes, por su parte, no va a Supervivientes porque no ha llegado a un acuerdo financiero con la empresa (ya le sacará unos céntimos al desacuerdo). En cuanto al IBEX 35, ha rebasado la barrera de los 9.000. Y todo ha sucedido sin que hubiera gobierno, de ahí que a muchos les importe una higa su establecimiento.

Pero está bien que exista. Hay gente a la que le gusta los folletines, lectores que son capaces de llegar hasta la página setecientas de novelas insoportables para las que el primer consejo de ministros constituye ese final feliz que llevaban buscando desde que abrieran el best seller de la actualidad. Nosotros somos más partidarios de las resoluciones ambiguas de Patricia Higsmith. El gobierno, bien mirado, es una ortopedia del capital, de ahí también su aparatosidad. Será entretenido ver cómo funcionan sus articulaciones de titanio engrasadas con las lágrimas de Pablo Iglesias, pero mucho nos tememos que el mundo no va a cambiar en aquello que debería haberlo hecho en su momento. La sociedad del espectáculo era esto: ver lloriquear de gratitud a los líderes que alcanzan por fin sus objetivos personales.

Significa que el telediario no da noticias ya. Da no-noticias. La revelación de que tenemos un gobierno sancionado por el jefe del Estado es la gran no-noticia de la cuesta de enero y ha saltado a las pantallas con el mismo discurso que el comienzo de las Rebajas o la ruptura de María Teresa Campos con Bigote Arrocet. Alguien ingresará unos euros con esto o con aquello, pero para la mayoría, como para Julio Iglesias, la vida sigue igual.

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