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Una muela

Pedro Sánchez sabía, evidentemente, el lío mediático y la controversia que habrían de provocar el nombramiento de Dolores Delgado. Significa que le compensaba mucho. O que no, excepto por la señal de autoridad que implica ir a la contra. Hay gente que no puede trabajar sin un grado de estrés muy alto. Tuve un jefe que se dejaba mensajes amenazadores en el contestador del teléfono. Si entonces hubiera habido Twitter, lo habría utilizado para acosarse a sí mismo todo el rato. ¿Era aquello una forma de masoquismo laboral? Tal vez, no sé. Lo cierto es que llegó muy alto a base de autocastigarse. Como es lógico, en vez de morirse en la cama, se colgó del cuarto de baño de su casa tras escribir una carta al juez en la que le decía que no se culpara a nadie de su muerte. «Ha sido producto de mi estupidez», añadía fiel a la conducta que había presidido su existencia. En la oficina bromeamos con la posibilidad de enviar al tanatorio una corona de flores con una cinta en la que pusiera: «Tus enemigos no te olvidan». Pero no lo hicimos, claro, porque en las situaciones límite hasta la gente más loca se vuelve un poco cuerda.

Personalmente, trabajo bien bajo un poco de apremio. La ausencia de presión me deja sin ideas y el exceso me paraliza. Lo difícil, como todo en la vida, en encontrar el punto justo, la dosis exacta de malestar precisa para continuar tirando del carro. Ahora se avanza hacia la medicina personalizada, en la que los fármacos estarán hechos a medida. A mí me va bien, por ejemplo, un poco de Frenadol, pero la cápsula entera me deja confuso. Por fortuna, al comercializarse en polvo, puedes tú mismo seleccionar la cantidad adecuada. Cada persona es un mundo, de ahí que la reacción subjetiva a los principios activos resulte tan variable. A Pedro Sánchez le pones un quilo de principios activos y es como darle una aspirina a un elefante.

Me fijo mucho en su mandíbula, donde parecen concentrarse sus zozobras. Yo padecí durante una temporada de bruxismo y me precio de reconocerlo en los demás. Cuando Sánchez sale en la tele, si afino el oído, puedo percibir el rechinar de sus estructuras dentales. De ser su odontólogo, le habría aconsejado que eligiera a otra persona para la fiscalía. Pero París bien vale una muela.

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