A nadie sorprende que el retor de Catadau, el obispo de Segorbe o el arzobispo Cañizares, por poner tres ejemplos tan lejanamente cercanos, digan lo que dicen, ni nadie cuestiona el derecho a expresarse que tienen, incluso, desde su óptica de pastores de un rebaño, la obligación de hacerlo. Pero algunos de entre nosotros, que somos muy del inri y el rip, muy del señor hizo en mí maravillas y el he aquí la esclava del señor o del kyrie eleison, quiero decir, que tenemos un pasado de monaguillo, estamos a la que salta, como curas «rebotaos» o del dissabte, porque sus declaraciones nos asombran por su contenido y su oportunidad. Tal parece que se debe rezar por España sólo cuando gobierna la izquierda. En fin, en el contrato social son de la parte contratante.

Ahora, Casimiro Pérez, obispo de Segorbe, organiza unas jornadas para rearmar de antemano a los fieles contra el programa de «ingeniería social» que pondrá -no que pone- en marcha el nuevo Gobierno. Eso de la «ingeniería social», tan distópico, debe ser como lo de la «ingeniería financiera»: una maldad contable que modifica y oculta el estado real de las cuentas, o sea, un artificio malvado para transformar lo que la naturaleza y su Creador estableció in aeterno y como dios manda, nunca mejor dicho: ese patriarcado social del que todos hemos disfrutado tanto. Lo cierto es, sin embargo, que todo es líquido, que la sociedad, sus estructuras y sus redes y relaciones de poder se modifican con el tiempo, afortunadamente en muchos casos, y que la «ideología religiosa» pretende que nada cambie, ni lo peor, para que todo siga igual. Sigue Casimiro (¡a ver si mira del todo!), con el rollo de la «ideología de género», que no es ideología sino una realidad como un templo o basílica, empeñado en que la biología sea nuestro inevitable destino.

Personalmente, mecachis, hubiera dado tres botones de nácar por cursar costura y economía doméstica y no Formación del Espíritu Nacional y catequesis, tan hegemónicas o hegelmónicas entonces. Añade Pérez, el obispo de Castelló, que corren tiempos recios y que nos quieren imponer ¿qué?, efectivamente, «el pensamiento único». Y lo dice quien está convencido de que no hay más Verdad antropológica y moral que la suya, y se lo dice a una izquierda plural de socialdemócratas, comunistas, librepensadores, anarcoaristócratas y astronautas.

No es por nada, o quizá por lo anterior, pero en esta ocasión estoy con el cura de Catadau: estos obispos se portan peor «que los turistas, los ateos y los moros». ¡Siempre dando guerra cuando Satán anda suelto!