“Las madres son sujetos políticos y las criaturas también, ¡el sistema es una mierda! tenemos que empoderarnos nosotras”. Estas y otras declaraciones surgieron del encuentro en el espacio asociativo ligado a la economía social y solidaria La Repartidora (Benimaclet), entre nueve mujeres jóvenes acompañadas por sus bebés.

“Nos sentimos continuamente juzgadas”: en la lactancia, actividades, movilidad. Cada decisión tomada por la nueva generación de madres pasa a ser tema de debate, cuando no de crítica, tanto por el entorno cercano como por personas ajenas a este. ¡Están hartas! “La sociedad va cambiando muy poco a poco y el sistema no ayuda”, un sistema en el que la maternidad sigue ligada al patriarcado, de nada sirve la fehaciente realidad de que “Las familias monoparentales están lideradas por mujeres”.

Madres arrepentidas, depresión post parto, la infertilidad y otros temas, normalmente catalogados de tabú como la violencia obstétrica, “Malas prácticas que tienen consecuencias”, precisan ineludible debate abierto. La maniobra de Kristeller, “la maniobra invisible” se sigue realizando, en un porcentaje altísimo, sin el consentimiento de la parturienta ni la pertinente información.

¿Por qué se continúa proclamando un modelo patriarcal donde a la madre se la une a la casa? ¿Por qué jóvenes madres han de sentirse defraudadas? ¿Dónde las condiciones socioeconómicas para tener criaturas cuando la mujer o las parejas quieran? ¿Por qué no se activan recursos estatales para potenciar el derecho a la maternidad y se abandonan panfletos y mojigaterías?

“Se sobrevive como se puede”, dice Laia, moderadora de la reunión, que lleva un fular portabebés de algodón donde carga a su criatura junto al pecho. Sufrimos una “Maternidad patriarcal” llena de contradicciones con “Modelos imposibles, inasumibles”. ¿Cómo poder ser la “supermadre” exigida? ¿Por qué la sociedad “Te da la espalda”? “Nos sentimos juzgadas desde el primer momento.

“Muchas veces la capacidad de decisión de las madres a la hora de dar a luz se queda en la puerta del hospital” declaraba la periodista catalana Esther Vivas Esteve en la revista digital de FACUA-Consumidores (consumidoras) en Acción, Consumerismo, de noviembre de dos mil diecinueve. “Siempre se plantea la dicotomía entre las madres que dan el pecho o el biberón” recoge uno de los puntos del libro de esta activista antiglobalización, titulado: Mamá desobediente. Una mirada feminista a la maternidad, obra comentada, por videoconferencia, en la trastienda de la librería benimacletera.

“¿Cuál es la realidad de la experiencia materna?”,“Necesitamos la tribu, un tejido social”. Antes se vivenciaba la maternidad en los hogares, las abuelas de las actuales mamás criaron a sus vástagos a la vista de toda la familia y así el conocimiento se transmitía.

La naturaleza, madre primigenia, desentrañada por la psicoterapeuta alemana Christa Meves en el cuento Madre escarcha, es objetivo resolutivo ante vacíos metodológicos. Ejemplares de especies animales desconectados de su entorno social, cautivos, sufren igual ignorancia que los seres humanos que no han compartido vivencias y técnicas. En el zoo de Barcelona “hubo que enseñarle a un orangután hembra cómo amamanta una hembra humana a su bebé, para que aprendiera a hacerlo con su pequeña cría”, después, llegada la hora de la separación sus madres adoptivas humanas “habían despertado los mismos instintos maternales que despierta un bebé en una hembra primate, haya nacido o no de su propio vientre”, relata la escritora y ganadora del Premio Nadal, Care Santos en Supermami. Por su parte Meves alega que “la psicología infantil nos enseña hoy que los niños (niñas) pequeños necesitan con urgencia de la respuesta de sus madres en cuanto emiten su única señal, el llanto”.

“La finalidad de los permisos no es criar, no tiene nada que ver con la finalidad de la familia” dictamina una de las participantes mientras le da de mamar a su criatura. “Te aconsejan la lactancia materna y a los tres meses te tienes que reincorporar; a mí no me dieron el mes de lactancia; ¡hay dificultades por todas partes”. Cuando a las empresas les interesaba promocionar la “leche de fórmula” se atosigaba a las madres con el panegírico de la lactancia industrial, leches en polvo. Actualmente la tendencia ha virado en pro de la lactancia natural y en el espectro mercantilista se posicionan productos de leche materna y bancos de leche humana.

“El médico de cabecera no tenía ni idea” sobre el síndrome de Raynaud “ardor en el pezón” que padeció una de las intervinientes, tal ineptitud la martirizó durante la lactancia de su bebé hasta conseguir ser diagnosticada. “He visto en Amamanta (Grupo de apoyo a la lactancia materna) que estudian para detectar cosas que los médicos (médicas) no detectan, no saben de lactancia”. Pero no todo fueron recriminaciones al sector sanitario, también confesaron algunas madres que en el hospital Doctor Peset de Valencia “La Unidad de Lactancia tiene un servicio espectacular”; fue la primera unidad de tales características inaugurada en la Comunidad Valenciana hace ya dieciséis años.

“Las madres que trabajan se convierten en auténticas maestras de la gestión del tiempo para poder atender a plazos implacables” escribe la periodista de investigación y premio Pulitzer Katherine Ellison, según cita Santos en su obra. Plasticidad cerebral puesta a prueba ante los retos de la maternidad donde el llegar a todo parece una ultra premisa y la cotidianidad un juego de la oca de inesperadas casillas.

En cierto momento las reunidas enumeraron reacciones sociales: “Siempre hay la persona que te ayuda, pero hacen un comentario”, “A mí me tocaban la barriga y me gustaba”, “Te dicen lo que pasará, lo que has de hacer”.

“Desde el momento que estás embarazada es como si fueses menor de edad”.

“Te sientes sola”.

“Te dan la espalda porque has tomado ciertas decisiones”.

¡Que desaparezcan “Los roles que hemos vivido y visto”!

En la película del director y productor de cine natural de Jamaica Stephen Hopkins, Llámame Peter, la madre le dice a su hijo (Peter Sellers): “¿Cómo puedes conformarte cambiando pañales como una mujer? (¡rol transmitido!).

Actividades, activismos, planteamientos de denuncia y otras movilizaciones no tienen por qué excluir a madres con bebés, “Las madres sí que queremos participar, pero hemos de tener facilidades”. Hay que pensar en temperaturas, dimensiones y acceso para carros. “Una compañera que tuvo un bebé no acudía a las reuniones por el frío que hacía; el colectivo tendría que ser consciente. A una persona en silla de ruedas no se le pregunta lo que necesita”.

“Nos prohibieron entrar en un restaurante japonés por ir con el carro”.

“El vagón del metro se tiró contra mí porque los asientos eran reservados para personas con capacidades especiales”.

“¡No, no! ¡es un bebé! ¡tenemos que creérnoslo nosotras primero!” jaleaba la representante de PETRA (Plataforma de Madres Feministas por la ampliación de los Permisos Transferibles), presente también con su hijo. El “estilo femenino y maternal” se viene implantando en Estados Unidos “Una feminista, Nancy Pelosi, Presidenta de la Cámara Baja del Senado” titulaba la web mujeresenred.

Ni mentalidad de Mona Lisa, trampa de la abnegación, ni “madre exclusiva” exigente y amorosamente opresiva, ni madres que “juegan a las muñecas”; la maternidad en países libres es analítica y realista. Y por eso las reunidas confesaron:“Tenemos muchos menos hijos (hijas) de los que desearíamos”

Joseph Rudyard Kipling, escritor británico, fraseó: “Dios no podía estar en todas partes, por eso creó a las madres”.