La llegada de la era digital, como cualquier otra revolución, viene rodeada de miedo. De miedo al cambio. No sólo para las personas, también para las organizaciones y las empresas. Acostumbrados todos a seguir un camino complejo, pero más o menos conocido, esta nueva etapa en la que parece que todo cambia nos deja ante lo que algunos han llamado el "efecto ciervo deslumbrado", esa situación en la que un animal se queda parado en la carretera ante las luces de un coche que le dejan paralizado, sin saber qué hacer, porque si se queda inmóvil va a ser atropellado y si se mueve no sabe hacia dónde ir.

Vamos a salir todos de una cierta zona de confort en la que además los colectivos más desfavorecidos no han tenido ni siquiera ese confort. ¿Son más vulnerables estos colectivos en la nueva era digital desde el punto de vista laboral? Depende. Para empezar todo va a cambiar, luego ante muchos cambios, muchas oportunidades. Si partimos de que la nueva era exige nuevas formaciones, quizás podamos pensar que quienes lo han tenido mal, lo van a tener peor... Depende.

Este mes de enero se ha celebrado en Las Vegas el CES, el Consumer Electronic Show, el evento más importante de la economía digital que marca las tendencias para el año entrante. De esta edición del CES se pueden sacar dos conclusiones. La primera es que el despliegue de las redes de 5G, la vía por la que se van a transmitir los datos, va a empezar a ser una realidad y supondrá una gran palanca de cambio para las industrias, los hogares y otros muchos ámbitos como la sanidad o los servicios sociales. La segunda es que pasamos del Internet de las Cosas a la Inteligencia de las Cosas. Los objetos no sólo van a ser sensorizados para transmitir datos, sino que van a tener capacidad de actuación por sí mismos al estar impregnados de inteligencia artificial, una capa de pensamiento robótico que va a cubrirlo todo gracias a la rapidez de transmisión de datos que permite el 5G.

Pero en este CES de Las Vegas también se han escuchado teorías llamativas sobre el empleo. Lo importante no van a ser las carreras universitarias, sino las habilidades digitales. Un grupo de 400 empresas norteamericanas han elaborado un listado de habilidades necesarias y las han distribuido por las universidades y centros de estudio. A aquellos que las cumplen les ofrecen directamente empleo, sin importarles si tienen o no el título terminado. Y lo que se prevé es que este listado de habilidades el año que viene cambie y al siguiente vuelva a cambiar y así en una sucesión de cambios a los que las universidades y sus anclados títulos seguramente no podrán adaptarse con la rapidez requerida.

No es necesario ser informático para programar, hay decenas de academias que están enseñando ya lenguaje computacional a administrativos o personas de carreras de letras o a empleados que no tienen ningún tipo de estudios. La fundación de Facebook en colaboración con empresas como Google han empezado a enseñar a programar a personas que actualmente están cumpliendo condena en prisiones de EEUU. Simplemente hay que tener predisposición al cambio. En este CES se ha escuchado la teoría de que quizás tengan más futuro laboral los trabajadores de cuello azul, los operarios, capaces de adaptarse al cambio, que los metódicos de cuello blanco de las universidades.

Sinceramente no creo que quienes tengan estudios universitarios estén en desventaja, más bien al contrario, pero sí parece que ser más flexible a los cambios, estar más predispuesto a asumir que cada dos años vamos a tener que modificar nuestras capacidades y habilidades de trabajo, va a ser una clave en los nuevos tiempos.

Si todo va a tener una capa de inteligencia artificial, en las industrias, en las calles de las ciudades o en los hogares, lo primero que tendremos que cumplir es saber relacionarnos con ella. Las máquinas han superado ya la capacidad de almacenamiento del conocimiento de los humanos. Todo está en la red. Los estudios no deben enfocarse al conocimiento, sino a cómo usarlo, a saber cómo localizarlo y a relacionarnos con las máquinas que van a ejecutar buena parte de las tareas que veníamos realizando hasta ahora. Si cuando llegó el automóvil pasamos de saber llevar un caballo a ser capaces de conducir un vehículo, con la llegada de la era digital debemos aplicar la misma lección.

Y la pregunta lógica es ¿qué va a pasar con el empleo? Lo mismo que ocurrió en otras revoluciones económicas, que mientras se ajusta la oferta a la demanda habrá una brecha de desempleo estructural mucho mayor que sólo es posible reducirla con formación. No estamos hablando de formaciones de varios años, sino más bien de cursos y ciclos cortos que nos formen para cosas concretas. Eso sí, cada dos o tres años nos tendremos que reciclar para las siguientes habilidades.

Las nuevas tecnologías van a cambiar el concepto de los hospitales y las residencias, vamos hacia una atención en casa, monitorizados por la tecnología, sólo pisaremos los hospitales para cuestiones concretas, porque nos tendrán controlados a distancia. Lo que sí serán necesarias es muchas personas que sepan hacer de conexión entre esos centros y las máquinas que controlan a esas personas. Para muchos empleos no será necesario sesudos estudios, pero sí ciertas habilidades de relacionarse con las máquinas. La revolución digital hará la vida más fácil a muchas personas desfavorecidas o con discapacidades y será una gran oportunidad para quien se predisponga a aprender ciertas habilidades, eso sí, de forma constante a lo largo de su vida.

Si hemos aprendido a entendernos con máquinas tan complejas como los coches, ¿por qué no vamos a entendernos con otras que van a ser además inteligentes? Que no nos dé miedo el cambio, seamos hábiles.