Viene este título a colación de la gota fría Gloria, cuyas consecuencias estamos aún evaluando. Estos fenómenos de la naturaleza nos recuerdan su enorme poder destructor sobre infraestructuras y, lo que es peor, en forma de vidas humanas. Desde que acabó el temporal hemos observado un reguero de políticos estatales, autonómicos y locales visitando zonas afectadas, todas ellas en el litoral y sobre unas infraestructuras cuyos daños, más que con los fenómenos meteorológicos o el Cambio Climático, tienen que ver con una incorrecta planificación territorial y una permisividad en el urbanismo de la costa, autorizando paseos y urbanizaciones allá donde no debería haberlas.

Pero no solo en el litoral ha habido daños. Les invito a que se den un paseo por la Sierra de Enguera, el Macizo del Caroche o cualquier otra zona forestal afectada y observen los miles y miles de árboles arrancados y tronchados. Es un auténtico desastre: pinos en el suelo, encinas totalmente descopadas, enebros y lentiscos partidos en dos… un sinfín de especies afectadas. Pese a todo ello, ni una mención, ni una simple declaración de apoyo, ni una visita de la Consellera competente. Esa es la triste realidad de nuestros espacios forestales: no les importan a nuestros gobernantes. Los Bosques no se quejan, no lloran y tampoco votan, pero representan el 60 por 100 del total de la superficie de nuestra Comunitat Valenciana. A corto plazo parece que no pase nada, pero la ausencia de gestión planificada los hace más vulnerables a estos episodios extremos atmosféricos. En unos años, toda esa madera muerta será un caldo de cultivo perfecto para grandes plagas e incendios forestales cuyas consecuencias si serán visitadas, pero que nuestra clase dirigente no sabe ni prever ni anticipar, más bien al contrario, seducidos por unas minorías elitistas que abogan por la intocabilidad de los ecosistemas y que ante desastres ecológicos como éste solo saben escurrir el bulto y esconder la cabeza.

El Molt Honorable President de la Generalitat, en su discurso de fin de año, abogó por un Pacto por los Bosques (otro más), pero esta iniciativa no servirá de nada si no se escucha a los profesionales y a los habitantes del territorio que están ya cansados de tantas promesas incumplidas y que, además, se les deja de lado cuando hay que hablar de bosques, siendo su gestión una herramienta fundamental para mitigar dos acciones prioritarias para cualquier gobierno responsable: el cambio climático y la despoblación.

Desde 2014 los propietarios forestales podrían percibir hasta 700 euros por hectárea y año de fondos europeos por los servicios ambientales que prestan los Bosques a toda la sociedad (fijación de CO2, ciclo hidrológico, conservación de la biodiversidad y paisaje), reinvirtiendo ese dinero en su gestión y conservación. El partido político que administra el medio natural en la Comunitat Valenciana, Compromís, no ha hecho ni el más mínimo intento de aplicar esta medida. Señores (y Señoras), tómense en serio la «emergencia climática», menos postureo y más hechos concretos.