Me resulta sorprendente, he de reconocerlo sin pudor, que la mayor parte de días a lo largo del año están dedicados a los más variopintos asuntos. Con la salvedad de que todos ellos tienen su justificación y sentido, evidentemente no tienen la misma significación por el objetivo que persiguen. Un caso claro es el de esta semana en la que se han celebrado al menos tres, el de los enamorados, el de la radio y el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Lamentablemente muchos de los días a los que se les atribuye una celebración son llamadas de alarma para que recordemos situaciones respecto de las que todos los gobiernos, las organizaciones y los ciudadanos debemos tomar conciencia y actuar. Este es el caso del día internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, que junto con el Día Internacional de las Niñas en las TIC, que se celebra en abril, ponen sobre la mesa el problema de la brecha de género en estos ámbitos. No hay duda que ha sido la ciencia y la tecnología lo que diferencia a nuestra sociedad actual de sociedades antiguas. Por ello, es un contrasentido que precisamente cuando estamos inmersos en sociedades científicas y tecnológicas, las cifras de la presencia de las mujeres que conocíamos esta semana sean tan llamativas por escasas. Pero si ello es grave , lo es más que las nuevas generaciones de jóvenes estudiantes y niñas no muestren interés en formarse en esas ramas del saber propias de su tiempo. La importancia de revertir esta situación supondría que el horizonte de eliminar la desigualdad de género no sería una quimera. Y ello pasa por la educación, la información, y la concienciación, como con todo, el cambio cultural y formativo es necesario. Pensando en mujeres científicas, el referente siempre es Marie Curie, pero hay más que siguen pasando desapercibidas todavía para la mayoría y sin las cuales no se hubieran producido avances de tal entidad que han supuesto un revulsivo en la ciencia. Me refiero, por ejemplo, a Ada Lovelace considerada la primera programadora de ordenadores, o Vera Rubin que descubrió la materia oscura y trabajo intensamente toda su vida para fomentar la presencia de mujeres en los ámbitos científicos. En España, con toda lógica y merecimiento nuestro referente es Margarita Salas, y en nuestra Comunidad, Ana Lluch y Maria Blasco. ¿Y todas las que no conocemos?. El foco de trabajo tiene que estar en las niñas y en las jóvenes.

Entre las muchas iniciativas y actos de todo tipo que han tenido lugar con motivo de la celebración del día de la Mujer y la Niña en la Ciencia, leo que Comisiones Obreras ha presentado un juego de recortables para promover la ciencia entre las niñas, para que conozcan a cinco científicas de las universidades públicas valencianas, y también que el President Puig, anunciaba el propósito del gobierno valenciano de promover un Pacto por las Mujeres y la Ciencia en nuestra Comunidad.

En nuestro país, los datos son desesperanzadores, pero junto a ello y escandalizándonos, todavía hay países en los que está vedado el acceso de las mujeres a la ciencia y la tecnología, a pesar de que ambas deben ser territorio común sin diferenciación de género. En el año 2010, el Ministerio de Ciencia e Innovación elaboró el Libro Blanco sobre la situación de las Mujeres en la Ciencia en España en el que se recogía la Visión Estratégica del Espacio Europeo de Investigación que fijaba como objetivo para el año 2030 que la mitad del personal científico , en todos los niveles, fueran mujeres; siguiendo el camino iniciado en 2001 por la National Science Foundation de los Estados Unidos y su programa ADVANCE . Conocemos las cifras y para conseguir el objetivo sólo quedan 10 años.