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La amenaza de las pandemias

No seré yo quien ofrezca un análisis sobre las repercusiones económicas, políticas y sociales de la epidemia del coronavirus, rebautizado como COVID-19. Entre otros motivos porque todavía es pronto, y cualquier afirmación categórica al respecto, adolecería de rigor porque cuando se produce un acontecimiento de esas características, puede que nada sea lo que parezca y lo que es mucho peor, desconocemos su alcance. Los analistas más diversos, unos con saber y conocimiento y otros no, se han apresurado a manifestar qué significa y qué puede suponer esta nueva crisis de la salud mundial que todavía está empezando a desarrollarse. Al menos, esos análisis contribuyen a la adopción de medidas con el propósito de evitar o mitigar efectos devastadores. Es algo más que nada.

Pero algunos ciudadanos, dentro de los que me incluyo, sentimos un contenido desasosiego por las informaciones y datos que conocemos, que nos obligan, como en tantas ocasiones, a asumir con estoicismo lo que pasa y lo que pueda pasar. Ello no obsta para que nos hagamos muchas preguntas para las que no tenemos la respuesta fehaciente, aunque nos empeñemos en dársela. Lo que no debe ser un impedimento para reflexionar a partir de lo que sabemos o de lo que nos dejan saber.

Las epidemias y las pandemias no son eventos nuevos. Tan sólo en los últimos diez años, se han producido, la gripe aviar en China de 2013, el Ébola en África en 2013, el Zika en Sudamérica en 2015 y ahora el coronavirus. En el año 2017, en el Plan de Estrategia de Seguridad Nacional de nuestro país figuraban, las epidemias y las pandemias, como un desafío aunque en la actualidad todos se refieran a las mismas como una amenaza. En el informe Worldwide Threat Assessment, de la Comunidad de Inteligencia de los Estados Unidos publicado en 2019 ya se predecía la aparición de una nueva pandemia de gripe que además de las muertes que podría causar, desestabilizaría la economía mundial. No está claro, si la predicción se ha cumplido, puesto que todavía no está calificada de pandemia, pero los efectos en la economía mundial no se han hecho esperar porque la fábrica del mundo, China, está enferma. La productividad económica y el comercio ya se han resentido, como sucede en países como Brasil, Chile y Perú, productores de grandes volúmenes de materias primas que exportan a China. Efectos económicos hay muchos más, y políticos, como el cierre de fronteras, y sociológicos, como el potencial rechazo a los grupos de población donde se origina la enfermedad que puede llevar incluso a generar violencia.

Los aliados de estas amenazas , nos son conocidos: el vertiginoso aumento de la movilidad que lleva aparejada la globalización de nuestra forma de vida, los movimientos migratorios derivados de las crisis humanitarias y la tendencia a concentrarnos cada vez más en grandes urbes, especialmente en los países del cono sur donde el aumento de la población es desmesurado y el crecimiento urbano carece de planificación y de servicios básicos. Todo ello, crea el escenario idóneo para la propagación de las enfermedades infecciosas , o dicho coloquialmente, un excelente caldo de cultivo para enfermedades que trasmiten los mosquitos, como la malaria, el dengue o la fiebre amarilla.

Si vivimos de y en la globalización, solo de una forma colectiva se puede velar por nuestra seguridad sanitaria. En Europa, el Comité de Seguridad Sanitaria del que depende el Centro Europeo para la Prevención y Control de las Enfermedades y el Sistema de Alerta Precoz y Respuesta de Salud Pública, coordinan una contestación rápida ante una amenaza de salud transfronteriza. En España, desde el año 1995 se creó la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica, siendo el Centro Nacional de Epidemiología el que coordina a otros organismos y departamentos. Es tranquilizador que según el Global Health Segurity Index, figuremos en el puesto undécimo del ranking mundial de sistemas sanitarios robustos y seguros para responder a este tipo de amenazas. Lamentablemente, no todos los países disponen de un sistema sanitario seguro y para toda su población. Este es el gran desafío.

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