El covid-19 (enfermedad por coronavirus de 2019, por sus siglas en inglés) sigue avanzando. El director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, ha reconocido que «estamos preocupados por los casos que se están originando en Irán, Corea, Italia, etc. sin un vínculo epidemiológico claro, como un antecedente de viaje a China o de contacto con un caso confirmado». Por tanto, la epidemia del coronavirus aún no está contenida. Es difícil conseguirlo cuando no se puede identificar el itinerario seguido por el virus.

No sabemos en estos momentos qué es lo que pasará. Todo es posible. «Puede ir en cualquier dirección», según afirma el director de la OMS, quien añade que «si lo hacemos bien, podemos evitar cualquier crisis seria. Pero si no aprovechamos la oportunidad, tendremos un grave problema». La caja de Pandora puede que ya esté abierta.

También ha afirmado el director de la OMS, con la autoridad que le da su puesto y conocimiento de la situación, que el tiempo se está agotando y que «se cierra la ventana para contener la epidemia, por lo que debemos actuar con rapidez antes de que se cierre completamente».

Algunos me han preguntado si es grave la situación. En mi opinión, sí. Por varias razones. Disponemos de un sistema inmune que apenas ha mantenido contacto con este tipo de virus, por lo que estamos a descubierto de su potencial efecto. Durante el período de incubación se puede transmitir, sin que todavía la persona portadora presente síntomas de la enfermedad. El contagio es fácil: gotículas en el aire, espacios cerrados, a través de las manos, e incluso parece que también por las heces. Tenemos a favor, en principio, el sol y las buenas temperaturas, que hacen que el virus muera rápidamente por rayos ultravioleta, desecación, etc.

Las patologías que se producen en el organismo son diversas. La más importante es la neumonía; pero, la que se ha denominado como perfecta tormenta de citocinas, puede llegar a colapsar el organismo, por inflamación generalizada, produciendo un fallo multiorgánico fatal. La tasa de mortalidad, según los datos disponibles, está en el 2,5%; lo que es, dentro de la gravedad, un dato que alivia.

La mejor terapia que se está llevando a cabo en China es la de inyectar suero de otras personas que se han curado de la enfermedad, pues su alto contenido en anticuerpos frena la replicación del coronavirus y da tiempo a que el propio sistema inmune los genere, sin sufrir esa mortal tormenta de citocinas.

Lo más probable es que llegue pronto a nuestro país. No ha de cundir el pánico, entre otras cosas, porque no ayuda y empeora la situación dando tintes apocalípticos y de histeria colectiva. La serenidad es una virtud cívica.