Desde que somos niños los seres humanos hemos mirado al cielo, nos hemos maravillado por las leyendas que lo habitan y fascinado por la inmensidad del universo del que formamos parte. Un universo habitado por grandes misterios y enormes complejidades. Y, además, sumamente extenso. La distancia entre cuerpos celestes es tan grande que, a pesar de que a simple vista pueda parecer que las estrellas que vemos se encuentran más cerca, están realmente lejos de nuestro planeta. Estas distancias son tan grandes que la luz que emiten tarda años -incluso siglos- en llegar hasta nosotros. Esta maravillosa complejidad hace, a su vez, que el firmamento sea en ocasiones una enorme incógnita sobre lo que ocurre en él. Un buen ejemplo de ellos son las últimas noticias acerca de Betelgeuse. Esta estrella, que forma parte de la popular constelación de Orión, se está muriendo. Durante los últimos días se ha observado que su brillo cada vez es menor, por lo que, en los próximos siglos, se convertirá en una Supernova. Llegará por tanto al final de su vida, dando lugar a una explosión estelar que será, sin duda, un espectáculo único. Queda mucho para ello. Y quién sabe si nuestra especie podrá contemplarlo. Mientras tanto deberemos conformarnos con el simple deleite visual que nos ofrece el cielo nocturno, además de estar tranquilos, pues el Sol aún está en la mitad de su vida. Le quedan en torno a 5.000 millones de años de vida, por lo que seguirá alumbrando la Tierra durante mucho tiempo.