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Mujeres

Modelos femeninos

Leonie Charlotte von Hase, 35 años, con un hijo de tres años y empresaria, acaba de ser elegida miss Alemania 2020 por un jurado formado exclusivamente por mujeres. Todo un hito en los 93 años de historia del certamen de belleza. En esta última edición la organización elevó la edad mínima de participación a los 18 años, dejo de exigir que las madres participantes estuvieran casadas y eliminó la pasarela en bikini. Entre las aspirantes al título, una mujer embarazada.

Los ajustes que la organización de Miss Alemania ha introducido están en sintonía con la mercadotecnia capitalista, con probada habilidad para asimilar los elementos disonantes transformándolos en nuevas oportunidades de negocio. Lo mismo que hizo con la efigie del Che, lo hace ahora con el discurso feminista. No es malo lanzar y reforzar el mensaje de que el atractivo de las mujeres no reside en su edad y su disponibilidad sexual, lo preocupante es la insistencia en proponer modelos e incitar a la búsqueda de un ideal que, por serlo, resulta inalcanzable y es fuente de mucha frustración.

Von Hase no es, por mucho que la presenten así, una mamá al uso, de las que se dejan el aliento y los nervios haciendo malabarismos para cuidar de los niños y no descuidar el trabajo, y que, evidentemente, disponen de poco tiempo para dedicarse a los menesteres y los cuidados que requiere aspirar a un título de miss. Von Hase es una señora con un físico imponente, muy consciente de su atractivo y que llena las redes sociales con imágenes en las que posa según le pide el cuerpo o le conviene. Nació en Namibia, estudio en Sudáfrica, ha vivido y viajado por el mundo, ha trabajado como modelo y actriz, como camarera y bloguera, y tiene un grado universitario en Estrategia de Marca Creativa.

La flamante Miss Alemania habrá echado mano a sus conocimientos en ese campo para hacer de sí misma el producto con el que se gana la vida, mucho mejor desde luego que ser un objeto de compraventa que manejan otros. Una mujer atractiva, madura, independiente, autosuficiente, multicultural y exitosa, que es objeto de deseo, no tanto para los hombres, como para el resto de las mujeres, que podrían pensar que tienen alguna obligación de parecerse a ella.

La referencia mundial de los concursos de belleza es Miss América, que empezó a celebrarse en 1921 en Atlantic City, y de ahí hasta el infinito y más allá. La primera edición de Miss Universo se celebró en 1952. En España, en 1929 se creó el título Señorita de España, que se interrumpió durante la Guerra Civil y reapareció unos años después adoptando la fórmula más sofisticada y breve de “Miss”. Cada certamen de belleza tiene singularidades geográficas y culturales, pero todos aplican alguna suerte de estándar para medir el atractivo femenino.

“El feminismo necesita mujeres fuertes que se empoderen mutuamente”, proclamaba Leonie Charlotte von Hase en una entrevista en el diario sensacionalista “Bild”. La fortaleza es un atributo de quienes saben manejar sus límites y debilidades, y requiere un esfuerzo sostenido; y las mujeres saben de ello. La complicidad y el apoyo -si es a eso a lo que se refiere Von Hase con lo del empoderamiento mutuo- son recursos con los que hace tiempo que están familiarizadas. Lo que necesitan las mujeres es que las dejen ser quienes ellas quieran, que no les digan cómo deben vestirse ni cómo deben sentirse y que nos les propongan modelos que a menudo les resultan más oprimentes que motivadores.

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