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Butaca de patio

Ellas leen más

Las mujeres invaden las bibliotecas, leen novelas en cualquier soporte en los transportes públicos, fundan clubes de lectura en barrios y pueblos, llenan a rebosar las presentaciones de libros y, en definitiva, tiñen de color morado el panorama de la literatura en este país. Ha sido una revolución silenciosa y paulatina, sin aspavientos ni grandes gestos, pero las mujeres han defendido desde el ansia de conocimiento el placer de la lectura. Es decir, que no sólo ellas leen más que ellos en términos absolutos en España, sino que el 65% de las mujeres lo hace por puro placer frente al 54% de los varones. Bien es cierto que las lectoras suelen preferir más la narrativa (novela, cuentos, relatos…) que el ensayo, pero el color cada día más femenino del libro demanda explicaciones.

Así las cosas, un reciente estudio de la Universidad de Castilla-La Mancha concluye que determinadas características de la socialización de género femenino favorecen que la lectura se integre en el estilo de vida y en la creación de hábitos lectores. Por otra parte, más allá del eterno debate sobre la existencia o no de una literatura de mujeres, no cabe duda de que la irrupción en las últimas décadas de escritoras como Almudena Grandes, Elvira Lindo, María Dueñas o Marta Sanz, por citar cuatro ejemplos muy distintos, ha aficionado a miles de potenciales lectoras. «Las mujeres pueden hablar de lecturas que han hecho con otras mujeres. Los hombres también, pero no todos», ha señalado Santiago Yubero, coordinador de la citada investigación universitaria. Basta darse una vuelta por cualquier club de lectura para comprobar las aplastantes mayorías femeninas entre los socios.

A pesar de todo ello, el poder editorial continúa en manos de los hombres, que suelen decidir qué libros se publican, qué nuevas tendencias han de apoyarse o qué temas están de moda. Una vez más, un techo de cristal se alza de este modo sobre las profesionales del mundo editorial, ya que agentes literarios o responsables de comunicación o marketing suelen tener nombres de mujer. Pero los máximos dirigentes del sector del libro acostumbran a llamarse Juan o Pedro. En una palabra, la pirámide se va estrechando en perjuicio de ellas, desde la base de las lectoras hasta la cúspide del poder económico o cultural. Al igual que en el famoso proverbio chino, las mujeres sostienen la mitad del cielo mientras son ignoradas en la tierra.

La veterana escritora Esther Tusquets, una de las grandes defensoras del papel de la mujer en el sector del libro, destaca la importancia de los años de formación para aclarar las diferencias de género a la hora de acercarse a la literatura. «Estudios realizados en las escuelas -manifiesta Tusquets- muestran que los niños dan menos valor a la lectura, se mueven más y escuchan menos. Los varones, en general, se interesan menos por las historias de los otros. Nosotras sentimos una curiosidad insaciable por los otros, que puede desembocar en chismorreo de patio de vecinos o en grandes obras literarias. A veces, en ambas cosas a la vez». No parece que ande muy desencaminada la prestigiosa novelista al apuntar a la escuela y a la tradición oral para explicar las causas de esta pasión de las mujeres por la literatura.

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