Se extinguió la vida del periodista y escritor, Jean Daniel (1920-2020), fundador de un medio de comunicación -Le Nouvel Observateur- autoridad moral en Francia. Contra el cual, afirmaba Charles de Gaulle, que no se podía gobernar la república gala . Entre Jean Daniel y Albert Camus cabían varios vínculos que construyeron una de las alianzas personales más sólidas y permanentes del vecino Estado francés. El calvario argelino, la Resistencia francesa, el periodismo digno, la defensa de los desprotegidos, la animadversión contra el fascismo, el desprecio al cinismo, la lucha a ultranza por la paz o el desprecio a los regímenes totalitarios. Forofos de Europa como proyecto comunitario.

Tocando suelo. Quien conoció a Albert Camus (1913-1960) y a Jean Daniel (1920-2020), periodistas e intelectuales argelino-franceses, aseguran que no se puede entender la trayectoria del premio Nobel de Literatura -con 44 años- sin la proyección continuadora que trazó Daniel. Del que Emmanuel Macron ha dicho ante su desaparición: «Francia pierde una conciencia, uno de esos hombres que hacen historia con la sola fuerza de su pluma». El legendario intelectual de la izquierda francesa del que el actual l’Obs destaca «una larga vida de pasión, compromiso y creación».

Combat. La experiencia argelina y las raíces judías vincularon a estos dos titanes de las letras, la política y la información. Ambos marcados por la sinrazón de las guerras, el terrorismo y sus trágicas consecuencias. Unidos por origen y por coincidencias. Militantes los dos en la Resistencia francesa. Daniel participó en la liberación de Argel. Se enroló en la división del general Leclerc, desde la batalla de Normandía hasta su entrada en París que encabezó el burrianense Amado Granell, al frente de la 9ª Compañía, con los blindados que tomaron la capital francesa ocupada por la Werhtmacht nazi. Camus, que volvió a París desde Orán en 1942, frecuentó a Jean-Paul Sartre y participó en la liberación de Francia desde la clandestinidad en la Resistencia. Dirigió su órgano de información Combat. En sus páginas era el responsable de los editoriales y de los artículos de opinión.

Jo Goldemberg. En París procuro visitar el barrio judío -Le Marais- y pasar por lo que fue el restaurante de comida kosher de Jo Goldemberg. Situado en el número 7 de la rue des Rosiers. Después de la masacre que se concitó en sus estancias, aun pude disfrutar las recetas caseras en un ambiente acogedor y de culto. Colgaban de sus paredes los recortes de prensa que describían la tragedia al estilo de la matanza de los laboralistas de Atocha. Con cincuenta comensales en sus mesas, el 9 de agosto de 1982, entre el golpe de Estado del 23F de 1981 y el estreno en España del primer gobierno socialista de Felipe González, en diciembre de 1982. En plena canícula de L’ille de France, una banda formada por terroristas enmascarados, lanzaron una granada y dispararon en su interior. Asesinaron a seis personas e hirieron a 22. La masacre quedó impune. En una maniobra de distracción de la opinión pública, en la que prevaleció la razón de Estado de la República Francesa. Cuyo desenlace se sustanció años después. Abu Nidal, jefe de la facción Al Fatha, apareció acribillado a balazos en su casa de Bagdad en 2002. Los iraquíes pasaron página como un suicidio. Así se despidió al responsable del atentado de Goldemberg y de 900 asesinatos que se le imputaban. Una placa de mármol recuerda a los seis fallecidos en la fachada de lo que hoy es una tienda de bricolaje. En cuya puerta aun interpelan los judíos ultraortodoxos en plena avalancha turística. Tras la muerte de Jo Goldemberg, propietario del restaurante, que resultó indemne, se desvaneció la memoria de una época que fue todo menos pacífica y apática. Trufada de acciones calientes en plena Guerra Fría. Reemplazada por las tensiones actuales que inestabilizan el mundo hoy.

Coincidencias. El periodista Jean Daniel fue fiel definidor e intérprete de la figura intelectual de Albert Camus. La ética, el compromiso y la condición humana sitúan a estos dos personajes que asumían su época. Jean Grenier fue el preceptor del estudiante preclaro, introvertido y desconcertante que fue Albert Camus. Periodista obsesionado por liberar a los periódicos del dinero. Perteneciente a un grupo de pensadores y hombres de acción cultivados en la supervivencia. Al recibir el Premio Nobel de Literatura Camus declaró: «cada generación se considera a sí misma destinada a rehacer el mundo. Sin embargo, la mía sabe que no lo hará. Aunque su tarea quizás sea aún más ardua. Consiste en evitar que el mundo se deshaga». El periodismo, ya avanzado el siglo XXI, requiere líderes de opinión resistentes a la inmediatez de la tecnología digital y al materialismo oportunista. Que entrelazan la izquierda descreída a la intolerancia fascista. El periodismo, disciplina menospreciada y perseguida por quienes detentan poder, requiere preparación, firmeza y autoridad moral. Jean Daniel y Albert Camus señalaron el camino, sin claudicaciones ni mojigaterías. A nosotros nos queda el ejemplo permanente de Martín Domínguez Barberà, Vicent Ventura o J.J. Pérez Benlloch. No muchos más.