No hubo justicia con el accidente del metro-Valencia, pero sí justificación con la lucha de las víctimas. Hoy leía a Jon Cortina cuando decía «No puede haber justicia sin verdad».

Hay demasiados políticos, técnicos y trabajadores que siguen sin hablar, y por lo tanto sin decir la verdad sobre lo ocurrido y la manipulación realizada. Los que hablaron, mintieron. Tan solo cuatro decidieron asumir un cargo de criminalidad con 22 meses de pena de cárcel a cambio de… ellos sabrán.

Estos cuatro de los ocho ex directivos que estaban procesados se han declarado culpables de 43 delitos de homicidio por imprudencia profesional grave, otros 37 delitos por lesiones y otro de omisión o cooperación necesaria contra el derecho de los trabajadores. El exjefe de la Línea 1 de FGV -donde volcó el metro-, Sebastián Argente; el ex responsable de Auditoría para la Seguridad y Circulación, Juan José Gimeno; el ex director adjunto de Explotación, Vicente Contreras; y el ex director técnico, Francisco García, han aceptado una pena rebajada a 22 meses de cárcel.

La condena señala que las responsabilidades estaban en la cadena de dirección, quedando fuera un montón de culpables de esta cadena.

Es cierto que para la Avm3j es una gran victoria que sean parte de los responsables los que se declaren culpables antes del juicio, pues ello justifica la lucha y obliga a reconocer que mintieron y que se confabularon muchos políticos y directivos de la empresa que hoy si tuvieran dignidad reconocerían los hechos.

Según el fallo, los cuatro ex directivos condenados, como integrantes del Comité de Seguridad en la Circulación de FGV, conocían y así lo declararon por escrito a la fiscalía «las deficiencias de seguridad en el tramo subterráneo de esta línea, especialmente entre los tramos de Plaza de España y la estación de Jesús», donde el metro volcó cuando circulaba al doble de la velocidad permitida.

A pesar de ello, «omitieron» su obligación de implementar medidas de seguridad tecnológica para controlar la velocidad en esta línea y «neutralizar» los riesgos de descarrilamiento y vuelco de los trenes, así como para resolver otras deficiencias relativas al «material móvil rodante» o la «formación y selección del personal para la tarea de maquinista». «Todos ellos eran conscientes de que tales deficiencias conllevaban un riesgo muy importante para la seguridad de los trabajadores y para los viajeros», concluye la resolución.

Al final la responsabilidad y culpabilidad es de la empresa que no puso las medidas efectivas para frenar el tren».

Si la verdad en cuanto a antes del accidente es la asumida por estos directivos condenados, hay una verdad posterior al accidente, que todavía nadie asumió.

El señor Camps, el señor Cotino, la señora Marisa Gracia, el señor Campos o el señor Castellano, entre otros, le deben a las víctimas limpiar su deshonestidad, abuso y cinismo en sus actuaciones posteriores al accidente pues mintieron a las víctimas y a la ciudadanía, por lo que deben enmendar su actuación.