El tiempo pasa de manera inexorable. Hace ya casi siete años que fue aprobada la Ley orgánica para mejora de la calidad educativa (Lomce), en el Congreso de los Diputados, únicamente con los votos del Partido Popular. ¡Una ley educativa de un solo partido! En estos años, muchas cosas han pasado en nuestro país: una moción de censura con cambio de partido en el gobierno, unas elecciones, un gobierno provisional, nuevas elecciones… Un país en el que sus votantes decidieron que su voluntad debía estar representada a través de varias y plurales concepciones políticas. Las mayorías absolutas parecen ya cosa del pasado y alcanzar mayorías de gobierno es una expresión del arte de la política que tiene su centro en el diálogo entre las partes y el consenso en sus acuerdos. Hace apenas dos meses, un Gobierno de coalición y con apoyos externos se estrenaba en nuestro país, por primera vez en nuestra democracia moderna.

Es bueno hacer memoria y recordar ahora aquella ley educativa del PP, la Ley Wert. Ya su borrador consiguió lo nunca deseado por sus creadores: concitar en su contra a la inmensa mayoría de la comunidad educativa y de los que conformaban las Cortes Generales en 2013. Las manifestaciones, huelgas y actos en contra de la Lomce fueron muchos y con elevada participación. Se presentó en mayo y, en julio, diez grupos parlamentarios de diferentes ideologías acordaron derogarla en cuanto hubiera un nuevo gobierno. Tras ser rechazadas las enmiendas a la totalidad, la Lomce salió adelante con los únicos votos a favor del PP. No hay precedente; es una ley en exclusiva del PP.

En febrero de 2019, el Gobierno de Pedro Sánchez aprobó en Consejo de Ministros el proyecto que debería derogar la Lomce. Los avatares de la política no permitieron que se realizara. Hoy son otros tiempos, hay un gobierno estable, y aquel proyecto de ley comienza su recorrido hasta convertirse en ley. Este proyecto de Ley Orgánica de Mejora de la Ley Orgánica de Educación (Lomloe), es la conclusión de análisis y debates en los que ha participado la comunidad educativa, organizaciones sindicales, ciudadanía y partidos políticos. Es fruto del diálogo educativo, del que careció la partidista Lomce, y en el que se empezó a trabajar tratando de eliminar de ella todo aquello que se sabía que era nefasto para el sistema educativo pero, sobre todo, para el alumnado.

Ha llegado ese momento por el que tanto hemos luchado los socialistas en las calles y en el hemiciclo, ese momento en el que podamos definir entre todas y todos una educación del siglo XXI que acabe con las desigualdades de origen, que no deje a ningún estudiante por el camino, que permita que cada alumno o alumna alcance el máximo de sus capacidades. Una ley coeducativa que ayude a acabar con la mentalidad machista que termina en la violencia contra la mujer, que dé autonomía a los centros educativos para desarrollar sus proyectos educativos consensuados con sus comunidades educativas y que consiga hacer de la Formación Profesional una opción potente que mejore nuestro sistema productivo… Una ley que posibilite todo aquello que nos haga recuperar la dignidad y la excelencia de la educación como servicio público y de nuestro alumnado.

Estamos a un paso de conseguir derogar la Lomce, utilicemos el diálogo, el respeto y la ilusión de quienes dirigen nuestro Gobierno porque así lo decidimos en las urnas este noviembre pasado. Desechemos la demagogia, los vetos y los insultos de quienes nos impusieron una ley educativa de principios del siglo pasado. La educación, la buena educación, nos diferencia.