Se acercan las fechas más temidas por la información meteorológica. La Semana Santa se ha convertido en el período del año donde afinar en el pronóstico resulta vital. Es un tiempo de vacaciones en primavera, por tanto, en un momento de gran variabilidad atmosférica, pero para el que se exige un comportamiento estival. Es "obligatorio" que haya buen tiempo, sin lluvia, y con calor si es posible. Pero pensemos, de entrada, que en primavera es difícil que un tipo de tiempo aguante toda una semana. Y que nuestro país es geográficamente muy diverso y la temperie será siempre diferente en unas regiones u otras. Queremos que el tiempo sea el de junio en pleno mes de abril. Los modelos de predicción a medio plazo, cada vez más fiables, siguen siendo modelos de tendencias. Estos días ya se están publicando algunas noticias sobre el tiempo que vamos a tener en Semana Santa este año. Para el sector turístico estos avances de pronóstico pueden ser fatales. Un titular anunciando, con un mes de antelación, que la semana puede ser lluviosa implica que se retrasen las reservas a última hora o que se puedan anular las existentes. Por eso, debemos ser cautos en los mensajes que se lancen. Hasta la semana del 30 de marzo lo prudente sería no avanzar ninguna proyección. Por la red circulan estos días modelos que resultan muy contrastados: unos que hablan de lluvia y fresco, otros de sol y calor. Por tanto, prudencia. Nos jugamos mucho dinero y sobre todo en este año con la sombra de los efectos del coronavirus. Eso si, cuando ya se tenga claro, en tres semanas, se informa con rigor de lo que digan con alta probabilidad los pronósticos. Y si resultan días lluviosos habrá que decirlo tal cual y que cada cuál se organice las vacaciones como mejor estime. Pero cuando sea seguro.