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Utcuts el nuevo acrónimo del agricultor (también valenciano)

Son la agricultura y la ganadería intensiva el punto ciego en la lucha contra la crisis climática? Desgraciadamente Si y por ello habrá que cambiar el uso del suelo y lo que en el plantamos, reducir la ganadería y apostar por la silvicultura. Agrónomos, Veterinarios, Ingenieros de Montes y Biólogos tienen mucho que decir, para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). A pesar de estar en plena batalla sobre el futuro y presupuestos de la PAC y de los problemas de comercialización de los productos del campo, el Pacto Verde Europeo de la Comisión obliga a incluir en nuestro orden mental, las emisiones y absorciones de GEI resultantes del uso de la tierra, el cambio de uso de la tierra y la silvicultura, cuyo terrible acrónimo adoptado es Utcuts.

La Comisión Europea en su búsqueda de una definición no dudosa del «bono verde» sobre la que basar su estrategia de colaboración financiera público-privada presentará, en Bruselas, antes que finalice este mes, uno de los ejes de su política: «De la granja a la mesa», indiscutiblemente mucho mas sugeridor que nuestro acrónimo. La Comunitat Valenciana ha vivido pegada a la tierra y al campo y por ello, casi con la sirena puesta, hay que considerar las tareas del Utcuts, que van a ser objeto de «bono verde», incluso asumiendo la mala descripción de ellas, por parte de un lego en la materia que espera que los profesionales del sector sepan disculpar:

- Cultivos no perennes, que eviten o reduzcan las emisiones de GEI tanto en su producción como en los trabajos relacionadas con su cultivo y que a su vez mantengan las cosechas existentes con su capacidad de absorción de estos gases, aumentándolo hasta su nivel de saturación por encima y debajo de sus suelos.

- Cultivos perenes, con las condiciones anteriores adaptados a las condiciones propias de plurianualidad.

- Evitar o reducir sustancialmente las emisiones de GEI de la producción ganadera (incluido el manejo de animales, el almacenamiento y el procesamiento de estiércol y lodos, y la gestión de pastizales permanentes), manteniendo los sumideros existentes y aumentando el secuestro (hasta el punto de saturación) de carbono en los casos de que existan pastizales permanentes (cinco años)

- Creación de bosques mediante la plantación y / o la siembra deliberada (según el concepto de la FAO) en tierras que, hasta entonces, tenían un uso diferente, lo que implica una transformación del uso de la tierra de no forestal a bosque.

- Rehabilitación / restauración de bosques como actividad intencional que inicia o acelera la recuperación de un ecosistema de un estado degradado.

- Reforestación definida como el restablecimiento del bosque mediante la plantación y / o siembra deliberada en tierras clasificadas como bosques. No debe implicar ningún cambio en el uso de la tierra, incluyendo sotobosque de árboles que se plantaron o sembraron originalmente y excluyendo la regeneración natural.

Todo indica que la agricultura que practicaremos en el siglo XXI tendrá poco que ver con la practicada durante siglos. El conocimiento de los ecosistemas y de sus interacciones, los avances en genética asociados con nuevas herramientas, en particular digitales, capaces de diseminar una agronomía de precisión a gran escala, están revolucionando la forma de producir alimentos. Todo ello debería ser prometedor tanto para el medio ambiente, como para los ingresos agrícolas. Sin embargo, todavía no esta claro cómo se organizará la agricultura de mañana. ¿Vamos a salvar el modelo predominantemente familiar de explotaciones a escala humana, donde el agricultor ocupa un lugar central? o por el contrario, ¿estamos avanzando hacia una fragmentación de los intercambios, siendo la propiedad de la tierra la prerrogativa de las compañías de inversión, las operaciones en los campos, la exclusividad de especialistas en la compra de maquinaria y de los comerciantes, limitando a los agricultores a las opciones de coordinación y producción? Como país agrícola, el tema nos importa mucho. Con sus respectivos pros y contras, son opciones que tienen que ver con la forma como nos alimentaremos.

Dejando para otro día el papel de los bosques, recalcar que nunca hemos comido tanta carne como ahora: 330 millones de toneladas producidas por año, en todo el mundo. Si sumamos la energía necesaria para la producción y transformación de alimentos para animales, la fermentación entérica de éstos (flatulencia y eructos) el almacenamiento y procesamiento del estiércol y, finalmente, el transporte de la carne producida, la cría de ganado en el mundo totaliza el 14,5% de las emisiones de GEI, una tasa comparable a las emisiones del sector del transporte. Hecho notable: la carne de res representa el 41% de estas emisiones (74% si se tiene en cuenta la producción de leche) mientras que representa solo el 22% del consumo total de carne. La producción de carne y productos lácteos parece estar detrás del 80% de la deforestación de la selva amazónica y estas demandas alimenticias movilizan el 70% de la superficie de las tierras agrícolas en el mundo. Sin llegar al veganismo, el sentido común indica que deberemos sustituir algunas proteínas animales.

Desde Bruselas se propondrán nuevas herramientas para apoyar la transición agropecuaria para el despliegue de sistemas económicos y ambientalmente eficientes. El sector valenciano debe hacer un esfuerzo para no quedarse en la batalla de la PAC. Sin duda cualquier cambio en las prácticas agrícolas implica riesgos, que deben ir acompañados por el resto de la sociedad. Al igual que la ayuda existente para la conversión de otros sectores en plena disrupción tecnológica, las medidas que se tomen deben apoyarse en otros sistemas, como la agricultura de conservación del suelo o la agricultura digital. Las ganancias económicas y ecológicas están a nuestro alcance en pocos años. Las inversiones para cruzar el paso hacía estos modos de explotación, que a menudo permanecen inaccesibles, deben ser financiadas por un importante plan europeo, que se está gestando y que ya no se medirá en términos de hectáreas o de número de árboles.

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