Llega un tiempo más agradable, realizamos actividades al aire libre y para muchas personas esto genera una afectación negativa a su calidad de vida causada por el polen de determinadas plantas. En España más de 8 millones de personas son alérgicas al polen, y en muchas partes del país ya se han comenzado a notar los primeros síntomas. Principalmente el desarrollo del polen se da en la primavera. El polen es una partícula emitida por el órgano reproductor masculino de las flores con el objetivo de fecundar las flores femeninas para la formación del fruto. Aunque suene extraño, es más común en las zonas urbanas que en las rurales. Probablemente se deba a que la incidencia de la alergia al polen es mayor en las ciudades debido a que la contaminación potencia la capacidad del polen de provocarla. El NO2 y el CO2 son los contaminantes por excelencia en las ciudades. Una vez en nuestra atmósfera, se depositan en el suelo e influyen directamente en el desarrollo de las plantas, raíces y semillas. Las partículas contaminantes alteran las características fisiológicas de las plantas y convierten el polen en 'granitos' más agresivos y alérgicos. Las condiciones meteorológicas de estos últimos meses han provocado que muchas plantas comiencen algunas semanas antes su polinización. Según los registros, los dos primeros meses del año ha sido de los más cálidos de las últimas décadas. Todo apunta a que esta primavera las concentraciones de polen van a ser altas, por las elevadas temperaturas y por la 'ausencia' de lluvias. Las escasas precipitaciones de estos primeros meses del año han favorecido el aumento de los niveles de polen. El viento y la precipitación son los factores más importantes a la hora de limpiar la atmósfera, y la falta de ellos ha provocado que más de uno note esa sensación de picor y malestar antes de tiempo.