Nos abruma y nos inquieta la evolución de la crisis del coronavirus que estamos viviendo estos días. Hay quien dice que esto es menos que una gripe y que no cabe el alarmismo. Pero los acontecimientos y las imágenes que nos llegan de Italia no resultan tranquilizadoras. Lo cierto es que estamos en una crisis sanitaria que confiemos podamos superarla en breve plazo. Y todo esto ha ocurrido en el invierno de 2020 que ha sido oficialmente declarado por la Organización Meteorológica Mundial como el más cálido de la última década, con el mes de febrero batiendo récord de anomalía térmica positiva en muchos países de Europa. Realmente este año se puede decir que no ha habido invierno. Hemos disfrutado de una casi primavera, tan sólo alterada por jornadas puntuales de frío. La oscilación del Ártico en una fase positiva muy intensa y prolongada ha motivado la presencia casi constante del Anticiclón de las Azores sobre el territorio peninsular, imponiendo condiciones de estabilidad atmosférica, falta de lluvias y temperaturas por encima de lo normal. Aunque las investigaciones sobre el coronavirus no terminan de ser concluyentes al respecto, todo apunta a que este invierno puede haber favorecido una intensidad menor de las afecciones en nuestro país. Es decir, que en condiciones normales de invierno con temperaturas más frías, la situación sería mucho peor. El problema es que ahora mismo la atmósfera en el hemisferio norte, y en el sector atlántico y europeo de forma singular, está muy desajustada y en las próximas semanas tendrá que recuperar su normalidad. Y esto va a suponer más días de inestabilidad. Pero es mejor no adelantar acontecimientos, que bastante intranquilidad informativa tenemos estos días.