N ormalmente aprovecho estas líneas para dar consejos sobre la intemperie pero, dado que vamos a pasar mucho tiempo en casa, en esta ocasión podemos hablar de conductas saludables en el hogar. Hace unos días ya nos avisó Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, «los primeros días de cuarentena pueden ser divertidos, pero esto va a durar al menos catorce». Quizás algunos más para evitar los desplazamientos de Semana Santa. Ojalá no. Esto acabará siendo un engorro, porque somos seres sociales casi siempre inmersos en una rutina donde las relaciones interpersonales son de vital importancia. Salir a la calle nos da ese feedback y sobre todo contacto con el aire libre y el astro rey. El confinamiento no debe cortar de cuajo nuestro vínculo con estos dos últimos factores. Desde hace tiempo, los médicos vienen avisando de la importancia de la vitamina D en nuestra salud. Se trata de una sustancia que nos llega en un altísimo porcentaje del sol y el resto de la alimentación, cuando comemos champiñones, huevos o pescado azul. La vitamina D es esencial para la salud de los huesos, nos protege de enfermedades cardiovasculares e influye en el estado de ánimo. Para completar una jornada saludable conviene que tomemos el sol quince minutos al día, abriendo una ventana o en un balcón donde incidan directamente sus rayos. Se aconseja hacerlo en mangas de camisa o sucedáneos y nunca tras un cristal, porque bloquea el paso de los rayos ultravioleta B, que son los beneficiosos. Esta rutina debería ir más allá de los días en que estemos aislados. Según la Fundación Española de la Nutrición, 9 de cada 10 españoles reciben diariamente tan solo el 20% de la cantidad recomendada de vitamina D. En la Comunidad Valenciana, sobre todo en ciudades litorales como Valencia o Alicante, se superan holgadamente las 2.000 horas de sol anuales -el doble que Bilbao-. No hay razón para incumplir los requisitos.

Abrir las ventanas nos ayudará, además, en el segundo de los problemas: la falta de ventilación correcta del hogar. Las referencias a la contaminación del aire en el exterior son infinitas, pero hay pocas sobre la que tenemos en casa. Los aparatos de calefacción, las cocinas, estufas o los hornos a veces sueltan contaminantes como el monóxido de carbono, óxido de nitrógeno o azufre, que a largo plazo pueden perjudicarnos. Cada vez tenemos electrodomésticos más eficientes, pero abrir las ventanas unos minutos al día nunca está de más. Cinco o diez bastan. Además, los ambientes cerrados aumentan el riesgo de contagio de virus como la gripe o ahora el COVID-19.