La cara pública de la pandemia del cov-19 ha sido masculina: el portavoz gubernamental, el ministro de Sanidad, el presidente del Gobierno y el director de la Organización Mundial de la Salud. Pero ninguno de ellos nos dijo de forma clara e intensa qué debiera hacer la población y por qué. Si todo era tan poco peligroso como se dijo durante tantos días, ni siquiera hubiera hecho falta un comunicado diario, aunque bienvenido era. Pero en España, como en el resto de Europa y en Estados Unidos (hasta donde me llega el conocimiento) lo que los comunicólogos decidieron explicar a la población durante muchos días (hasta que el número de personas infectadas no se ha contado por miles) es que la cosa no era grave, que estaba controlada y que los países tienen medios y estrategias para protegernos. Y unas cuantas instrucciones sobre cómo toser o lavarse las manos. No vieron el peligro de la situación. El objetivo parecía ser el mantener la buena imagen sin dar protagonismo a la ciudadanía.

Hasta que algunas médicas y enfermeras, hartas de que les llegaran a los hospitales personas que no se habrían contagiado de haberse quedado en casa, decidieron hacerse oír. Y vaya si las hemos oído. Han sacado el #QuédateEnCasa, que es una propuesta directa y clara. Que es la mejor medida que se puede tomar ante la propagación de un virus tan «social» como este. Y que de haberse dictado a tiempo nos habría evitado llegar a donde vamos a llegar, en lo sanitario, en lo económico, en lo laboral, en lo político y en lo emocional.

No conozco de quién fue la idea inicial de crear ese eslogan y difundir ese video. Doy por hecho que alguna profesional de la medicina, probablemente la primera que sale en el vídeo. Pero está claro que ese protagonismo coral del video #QuédateEnCasa no solo es un imperativo; imperativo que nuestros gobernantes debieran haber formulado semanas antes, sino que cada una de las participantes nos da la razón de por qué nos hemos de quedar en casa: «esto lo tenemos que hacer entre todos»; «déjanos trabajar y ayudarnos»; «te necesitamos»; «ayúdanos en esta situación»; «Te queremos ayudar y ayudarnos todos»; «no colapses el sistema»; «trabajamos por ti»; «es por el bien de todos».

Es interesante notar, frente a quienes creen que las mujeres no son competentes en tecnología, que las mujeres son verdaderamente expertas en el uso social de la tecnología. Saben muy bien desempeñar tareas complejas cuando el fin de lo que hacen está claro y tiene un valor social evidente. En este caso, usaron las redes sociales para lo mejor: dar instrucciones de cómo tenemos que ayudarnos y darnos el poder de hacerlo. Además, de manera fácil: quedándonos en casa. Bien es verdad que, de quedarnos en casa, las mujeres sabemos mucho.