De nuevo la lluvia ha caído con abundancia en buena parte del sureste ibérico. En estos últimos días, estaciones de AEMET o de la red Meteosureste han recogido más de 150 l/m2 en Cartagena y alrededores. Desgraciadamente, Los Alcázares han vuelto a ser noticia al provocar el agua algunos problemas en el núcleo urbano. Este es un problema crónico en esta y muchas más localidades del Mediterráneo, ya que debido a una inadecuada planificación territorial, no es necesario que llueva demasiado para que se produzcan anegamientos o inundaciones. Llama mucho la atención que desde la Semana Santa de 2019 se han ido sucediendo los episodios de lluvias generales y/o intensas en el litoral mediterráneo, donde prácticamente hemos ido encadenando una gota fría (o DANA) tras otra, en ocasiones con consecuencias catastróficas. Es curioso y preocupante ver que estos episodios tan adversos se están volviendo más frecuentes a lo largo del calendario en esta zona. Sin embargo, voy a quedarme con lo positivo. Es una gozada ver todo tan verde y con tanta agua en mi zona. Nunca la había visto así. Los pequeños embalses que dependen de estos eventos almacenan actualmente mucha más agua respecto a los valores medios de las últimas décadas. En algunas zonas del norte de Alicante y sur de Valencia ha llovido tanto en el último año como en algunas zonas de Galicia o el País Vasco. Todo está lleno de surgencias o aiguamolls. Por desgracia, a algunos frutales como el cerezo les viene mal que ahora tengamos frío y tanta humedad. Sin embargo, uno de los aspectos negativos de esta nueva realidad climática es que las precipitaciones se concentran cada vez más. Las lluvias mediterráneas tienen cada vez más peso frente a las atlánticas en algunas regiones peninsulares. Y la sociedad y los sectores económicos tendrán que adaptarse a esta nueva situación.