Los bulos que corren por las redes sociales en estos días tan duros por la pandemia del COVID-19 también han llegado a la meteorología. En los últimos días, me comentaban varias personas en la página del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante que habían recibido mensajes de familiares y amigos afirmando que estos días ha llovido mucho en el sureste al no haber contaminación, al estar casi todo el mundo metido en casa. Es una de las pocas positivas que nos deja el COVID-19: ver cómo se ha reducido la contaminación en las principales ciudades de España, algo por lo que mueren miles de personas al año, aunque esto no se diga demasiado. Pero afirmar que ha llovido por eso es un disparate. En algunos observatorios del sureste las temperaturas diurnas han sido excepcionalmente bajas en la recta final de marzo, e incluso se ha batido algún récord de días seguidos de precipitación. Todo esto en series que alcanzan los 100 años. Estas lluvias tan continuadas se explican por la persistencia de un anticiclón muy potente en Escandinavia y las islas Británicas, lo que posibilita la presencia de un flujo muy húmedo de levante y que los descuelgues de aire frío tengan vía libre a la Península Ibérica. Ya comenté hace unos días que en el sureste estamos en un ciclo húmedo desde hace 1 año. En cambio, durante buena parte de la segunda quincena el sol lució y calentó en el interior y en el norte. Y si no es por la contaminación, aparecen los conspiranoicos que creen que nos envenenan y nos secan con las estelas de los aviones, que están convencidos de que estos días ha llovido al no haber tráfico aéreo. Como apuntaba antes, en el último año hemos encadenado un episodio tras otro en el litoral mediterráneo y en el sureste, con registros pluviométricos más habituales de zonas más lluviosas de la mitad norte de España.