En los tiempos extraños, gente de todo pelaje al amparo de las redes sociales y otros medios, extiende bulos, las llamadas fake news, con intencionalidad. Pensar, que los cuerpos de seguridad del Estado, -con el trabajo, las tensiones y la responsabilidad que se les asigna- tengan que dedicar muchas horas para combatir esto, resulta cuanto menos triste y deplorable.

En esta línea también, fundamentalistas y apocalípticos intentan copar algunas tribunas prometiendo falsos paraísos, precedidos de catástrofes o destrucciones masivas de todo tipo. Ciertamente estamos en una situación muy compleja, que se lo pregunten a los que se encuentran en primera fila de responsabilidad.

Creo de verdad que el coronavirus es fruto de una negligencia humana. Y punto. Así de claro. La explicación última no está definitivamente aclarada. No se trata de algún demonio sádico o de dioses ociosos, que quieren jugar con los hombres castigándolos y fustigándolos. Estas explicaciones míticas están bien donde están, en la historia, por eso no hay que repetirlas (dígase peste negra, gripe española etc). A partir de esta negligencia original y originante han venido torpezas, valoraciones inexactas, descuidos que multiplicarán las nefastas consecuencias.

Todos, con demasiada frecuencia, utilizamos alegremente el término «globalización», sin darnos cuenta de lo que esto significa de verdad. Entre otras cosas no existe ni interesa una mínima gobernanza global -lo llaman pérdida de soberanía-, y si existe algo (Encuentros Internacionales, Organismos, Convenios€) obedecen a tantos intereses particulares, que al final resultan prácticamente ineficaces. El ejemplo más claro lo hemos visto en los temas medioambientales. Hace apenas unos meses, en Madrid parieron un ratón. La humanidad entera, a pesar de las catástrofes que se van repitiendo y nos avisan, es incapaz de acordar unos mínimos. El «cambio climático» es también el resultado de la negligencia humana. Hablamos de «Danas» insospechadamente destructivas, pero para otros, los más pobres, son sequías insoportables. A nuestro mundo rico vienen hoy día más inmigrantes climáticos que de las guerras. En una palabra, al mundo global no le interesa articular mecanismos globales para solucionar los problemas globales. Las grandes potencias, de nuevo, buscan el alineamiento de los países para que nos situemos bajo su manto protector. Esa es la globalización que desean y nos prometen.

El éxito de la medicina al evitar la repetición de una pandemia como la gripe de 1918 que asoló con la tercera parte de la población mundial -casi 50 millones de personas-, creó una sensación de seguridad. Pero en el caso que nos ocupa, esto se ha convertido en un espejismo.

La globalización sanitaria significa que lo que sucedió en un momento determinado, en una aldea de un país lejano, es la puerta de al lado de cualquier otro país del mundo. Y aquí, entre nosotros, a nuestra puerta el «corona virus». Nos hemos dado cuenta a posteriori de que han fallado mecanismos de detección y control de la magnitud de la tragedia. Nos entreteníamos viendo a los chinos en la tele, asombrándonos de como construían un gran hospital en una semana y las avenidas aparecían desiertas. En el resto del mundo pensábamos que no iba con nosotros. ¿Confinamiento? Hasta que le hemos visto las orejas al lobo, y han empezado las intervenciones de los gobiernos, con más o menos acierto, improvisación o torpeza.

En cuanto a Europa, tiene encefalograma plano. Los que soñamos con una Europa plural y diversa, pero unida en lo esencial, estamos absolutamente defraudados. Sus gobernantes son incapaces de encontrar respuestas comunes a los mismos problemas. Cada uno sigue haciendo la guerra por su cuenta. Todo lo más, se asume lo económico para que no se vaya todo al garete. De ese modo, la posible potencia europea ¡solo nos faltaba el Brexit! frente a China, Estados Unidos y la incipiente India es la risa. Tiene los pies de barro€ En esta guerra contra el virus afirman algunos, Europa, se juega probablemente su existencia. Si no es una herramienta útil para superarla, muchos ciudadanos se preguntarán el día de mañana para qué sirve la unión Europea.

Pero, ahora todos pringados hasta las orejas y esperando que la famosa curva deje de subir y empiece a bajar. Ojalá no nos demos un buen trompazo, en lo sanitario, primero y después en lo económico. La vida cotidiana de medio mundo está totalmente paralizada. Y el otro medio, parece que estén en otro mundo, no les interesa aprender la lección€ Tiempo al tiempo. El Planeta en cuarentena, a causa de un virus. ¿Aprenderemos esta vez?

Ya no nos queda ni siquiera la añoranza de un terruño donde plantar patatas y tomates. Estamos tan interconectados que la solución a este problema y a los venideros o es de todos o no es válida y eficaz. No podemos refugiarnos en el individualismo. Confío en el sentido común de muchos hombres y mujeres. Espero que este tiempo de confinamiento sirva de reflexión para muchos. Es cierto que, al otro lado de esta etapa se espera un cambio actitudinal social. Así sea. Ojalá fuera también político. En la gestión de esta crisis hay muchas dudas, unas vienen de lejos y otras de cerca. El tiempo dirဠAhora, toca remar todos juntos en la misma dirección para encontrar pronto soluciones eficaces, y salvar el mayor número de vidas posibles.