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El sofá ahora es naranja

La noche pasada jugamos al "juego de las camas". Es muy sencillo: Selva se despierta, viene para nuestra cama. Vicen o yo, según el día, buscamos otro lecho donde descansar. Cuando estamos a punto de cerrar los ojos, Mikel los abre. Y vuelta a empezar. Total, que no dormimos nada. La causa de la intranquilidad de los peques la desconocemos, pero la imaginamos: veinte días con menos actividad que la habitual, con más miedos y la incertidumbre de qué va a pasar. Después del alba, los desayunos. Mikel, pese a todo, se levantó como un toro: trastada aquí, trastada allí. En un segundo fue capaz de transformar el aburrido sofá gris verdoso del salón en un arcoíris en el que predomina el subrayador naranja. Y si lo hace Mikel, Selva también. Pero ella con un antifaz de Spiderman para que no se le reconozca.

A las nueve y media recibimos las tareas del cole. Y definitivamente ayer me convencí de la necesidad de comprar una impresora después de pasar a mano nueve fichas con dibujos de pies, pilas, palos, lupas, lilas, pelos y palas. Selva trabajó la mitad de los deberes con Vicente, que estos días de teletrabajo de mamá también es profe. Pregunta si le convalidarán el antiguo CAP, pero le digo que no tenga esperanza, que ahora vale lo que un máster.

El día por lo demás comenzó como cualquier principio de mes. Pagos de hipoteca, de guardería, del comedor del mes pasado? Selva fue la encargada de quitar la página del calendario, siempre le hace ilusión. Ahora, dice, está más cerca el verano. A media mañana Mikel, en su estado de torete bravo, decidió vaciar todas las cajas de juguetes. Había tantas cosas por el suelo que durante un rato me quedé repitiendo una frase que últimamente uso mucho: "No os hagáis daño que no debemos ir a nada al hospital". Por lo que me ha llegado, esta cantinela está en boca de muchos padres con hijos pequeños, ¡un alivio!

Después de comer, Vicen se decidió a hacer la compra. En estos veinte días ha ido tres veces, una por semana. Trajo de todo un poco pensando en siete días más. La tarde fue complicada: niños con sueño, teletrabajo, niños con más sueño, más teletrabajo? Por fin dieron las ocho de la tarde, esa hora que desde hace tiempo marca la diferencia entre el día y la noche aunque estemos en abril. Aplaudimos mucho, muchísimo. Selva, aunque a veces es un poco tímida, se desgañitó en un sonoro: "¡¡¡Viva, por los niños!!!".

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