Desde la entrada en funcionamiento de la depuradora de Pinedo en el año 1981 hasta ahora, se han perdido más de 40 millones de euros en depurar agua limpia que llega a la planta a través de la red de colectores. El agua limpia, procedente de acequias de riego, achiques de la red del metro y filtraciones del nivel freático, se cuela impunemente en el alcantarillado y se mezcla con las aguas fecales que genera la población provocando problemas en el funcionamiento de la depuradora, vertidos incontrolados de agua residual y un cuantioso sobrecoste que bien podría evitarse con una gestión menos displicente y una mayor inversión en mantenimiento.

El problema no es nuevo, a los pocos años de la puesta en servicio de Pinedo, sendos informes de la Universitat Politècnica de València, redactados en 1986 y 1989, alertaban de las graves consecuencias que tenían los derrames y aliviados de la red de acequias de la Vega Baja del Turia en el correcto funcionamiento de la depuradora. En 1989, se estimaba que más del cincuenta por ciento del caudal que llegaba a la planta era agua limpia procedente de la red de riego o de filtraciones del nivel freático. A título de ejemplo, donde el proyecto de construcción de Pinedo preveía una concentración en el agua residual a la entrada de la planta de 450 miligramos por litro, las mediciones apenas arrojaban 146, un 68% menos. Las consecuencias sobre la instalación eran evidentes: funcionamiento poco eficiente del tratamiento de depuración, sobrecostes económicos abultados como consecuencia de la energía eléctrica y reactivos empleados en depurar agua limpia y, quizá el más preocupante de todos por sus consecuencias sanitarias y ambientales, la incapacidad de la instalación para tratar todo ese volumen adicional que le llegaba. Los 125.000 metros cúbicos previstos en proyecto eran ampliamente sobrepasados por los 170.000 que se registraban diariamente.

Desde entonces hasta ahora se ha trabajado en ampliar las instalaciones y así poder tratar la totalidad del agua que llega por los colectores. La última gran obra, Pinedo II, entró en servicio en 2005 incrementando notablemente la capacidad de depuración hasta los 325.000 metros cúbicos diarios. También se ha trabajado en eliminar conexiones de acequias a colectores y en reparar conducciones para mejorar su estanqueidad. Por otra parte, la red de saneamiento se ha ampliado con la conexión de numerosos municipios de l'Hòrta Oest y con la ejecución de obras de alcantarillado en algunos barrios de la ciudad. Sin embargo, desde el punto de vista negativo, se han incrementado considerablemente las aportaciones de agua limpia a los colectores como consecuencia de los bombeos que recibe el alcantarillado del drenaje de los túneles y estaciones subterráneas de la red del metro.

Al día de hoy Pinedo está al límite de su capacidad de tratamiento, al 98,6% si nos fijamos en los datos de los últimos años. Sin margen de maniobra para atender pequeñas puntas de caudal o ligeras precipitaciones que puedan producirse en episodios de lluvia. Recientes estudios y trabajos aún siguen constatando la presencia de agua limpia en el alcantarillado, podría estimarse grosso modo en un 20% del volumen total que llega a la depuradora, generando un sobrecoste en su funcionamiento de alrededor de millón y medio de euros cada año.

Este problema no es exclusivo de la ciudad de València, en municipios como Alicante, Denia, Oropesa o Peñíscola, por citar sólo algunos, ocurre algo parecido. Mejorar la eficiencia en la gestión del saneamiento y facilitar asesoramiento y apoyo, tanto técnico como económico, a los municipios que lo precisen es más que una imperiosa necesidad, es el compromiso que asumió el gobierno valenciano ante los ciudadanos en la rúbrica de los Acords del Botànic2os con la creación del Centre Valencià del Cicle Urbà de l'Aigua, incluido en el punto octavo de Transició Ecològica i Lluita contra l'Emergència Climàtica. No hay tiempo que perder y la situación que ahora vivimos puede ser una magnífica oportunidad para impulsar políticas que refuercen y hagan más eficiente la gestión de un servicio tan vital para la salud de las personas como es el saneamiento de las aguas residuales.