La crisis del coronavirus nos ha colocado en una coyuntura desconocida, que ha traído consigo incertidumbre, en muchos casos sensación de descontrol sobre la situación, miedo y angustia. Curiosamente, el enorme caudal de información existente no aminora ni el miedo ni esa incertidumbre generada por el Covid-19. Quizá consiga lo contrario. Lo que es seguro es que la omnipresencia de la noticia no asegura un conocimiento más preciso acerca de la pandemia y una mayor tranquilidad.

Tampoco ha contribuido a paliar el miedo, la inseguridad y la incertidumbre la acción llevada a cabo por nuestros gobernantes. Ya nadie puede negar lo importante que hubieran sido la anticipación, la previsión y la reacción para que los efectos de esta emergencia sanitaria no hubieran llegado al número de contagiados y de fallecidos que estamos sufriendo. Pero tiempo habrá para determinar estas responsabilidades que CSIF ya ha exigido, obligada por nuestros requerimientos de protección para los empleados públicos y trabajadores que prestan servicios esenciales con riesgo de contagio para su salud , que no han recibido respuesta. Aún hoy estamos demandando a Sanidad que se realice a diario la prueba diagnóstica a todos los profesionales sanitarios, puesto que tras muchos días en estado de alarma seguimos sin test y suficiente material de protección.

Necesitamos del sosiego que nos dará recuperar la normalidad para poder reflexionar sobre si es justo que un estado democrático y moderno como España haya tenido que sufrir de esta manera la pandemia. Vaya por delante que en mi modesta opinión no lo es. Se ha puesto de manifiesto que si la respuesta a la crisis sanitaria hubiera sido mejor, las consecuencias económicas que estamos sufriendo y que vamos a sufrir serían mucho menos costosas.

La normalidad que ansiamos recuperar nos va a situar frente a una emergencia social y económica muy grave y va a ser necesaria la colaboración de todos: poderes públicos, agentes sociales y económicos, para poder superarla.

Hemos mostrado nuestra profunda preocupación por la enorme caída del empleo en la Comunidad Valenciana. Desde CSIF tendemos la mano para alcanzar acuerdos sólidos. La destrucción de empleo por la crisis pone en evidencia la debilidad de nuestro sistema productivo. Es momento, por tanto, de repensar este sistema, fortalecer nuestra industria y volver a crear empleo de calidad y cualificado. Por su parte, el sistema financiero debe ser solidario y apoyar a trabajadores y empresas en estos momentos de incertidumbre.

Cuando llegue la normalidad nos sentaremos de nuevo en mesas de negociación y deberemos empezar a diseñar un plan de rearme social y económico a partir de las administraciones públicas, que a la fuerza han de jugar un papel esencial en la reanimación de la economía y del empleo. Un plan estratégico de empleo. Planteamos analizar los recursos humanos de las administraciones públicas para que puedan responder a las necesidades de los ciudadanos en este nuevo contexto económico. Se trata en definitiva de ofrecer un servicio de calidad a nuestra ciudadanía: Sanidad, Servicios Sociales, Administración General, Educación, Justicia, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.

Nuestros empleados públicos están demostrando en esta crisis que son garantes de nuestro estado de bienestar y se merecen todo el reconocimiento. Por eso, los próximos presupuestos deben reconocer su papel, el sacrificio y el esfuerzo que están realizando ahora, pero también el que llevaron a cabo antes de esta crisis sanitaria. No podemos olvidar los recortes que sufrieron y, lo que es peor, una campaña de desprestigio que cuestionó su labor y su profesionalidad.

Necesaria será una reflexión, cuando la normalidad llegue, sobre muchos aspectos. Entre ellos sobre la cultura en prevención de riesgos laborales en las empresas y en el ámbito sanitario en particular, sobre el fortalecimiento de nuestra red de alerta ante pandemias como la que estamos viviendo y la necesidad de mantener los protocolos sanitarios al día. Hemos de repensar la conveniencia de crear una red de teleasistencia exclusiva para sanidad que ahora se ha visto tan necesaria. Determinar las empresas que son estratégicas para el sistema sanitario con el fin de que mantengan su localización en territorio español y exigir a los nuevos centros sociosanitarios los requisitos necesarios para que tengan la posibilidad de convertirse en centros asistenciales si las circunstancias lo exigieran, entre otros aspectos.

Y, cómo no, hacer una reflexión profunda sobre la necesidad de avanzar en el teletrabajo. Nuestros responsables políticos reconocen que no estamos preparados para desarrollarlo, ni tan siquiera existe una legislación general al respecto que aborde la cuestión tanto en el ámbito de la empresa privada como en la administración pública. La crisis actual ha revelado que en concreto en el ámbito de la administración pública el teletrabajo está sin desarrollar y que la administración ha quedado paralizada en muchos casos por no poder dar la opción del mismo a sus empleados.

La emergencia sanitaria ha contado con la respuesta ejemplar de la ciudadanía que, confinada en sus domicilios, ha contribuido de manera esencial a frenar la pandemia, pero también nos deja muchos frentes abiertos que debemos ser capaces de abordar poderes públicos, agentes sociales y económicos con autocrítica, desde la humildad y con mucho sentido de la responsabilidad.