La crisis del COVID-19 ha paralizado prácticamente la vida cotidiana tal y como la conocemos. Queremos pensar que cuando acabe todo esto volveremos a la normalidad, pero lo cierto es que el mundo podría cambiar en muchos ámbitos cotidianos, como el transporte y el trabajo. En estas circunstancias de crisis, los satélites que día a día nos ayudan a observar la Tierra están cambiando su cometido para superar los nuevos desafíos y conocer los impactos del COVID-19 en la sociedad y en la economía. Esto podría parecerte novedoso, pero la verdad es que todo lo derivado de la astronomía ha tenido un impacto descomunal en nuestra civilización. Mientras que el tráfico de todas las ciudades se detiene, los satélites nos 'vigilan' constantemente desde el espacio. Por ejemplo, la información del Copernicus Sentinel-5P ahora más que nunca es de gran ayuda. Entre otras cosas, está ofreciendo datos clave sobre los cambios en concentraciones de contaminantes como el dióxido de nitrógeno, que ya habrás visto en tu 'timeline' de Twitter o Facebook. En definitiva, nos hacen la vida más fácil y permiten vivir en un mundo globalizado donde las comunicaciones entre un continente y otro son posibles. En la meteorología, los satélites facilitan el pronóstico de tormentas, huracanes y de cualquier cambio en el tiempo; además avisan del progreso evolutivo del famoso agujero de la capa de ozono. Ahora también podrían ayudar a mitigar los efectos del COVID-19 en nuestras vidas. Paralelamente a la información que nos aportan los satélites, estos días la ESA (European Space Agency) ha puesto en marcha una convocatoria de propuestas. El objetivo es ver cómo se pueden usar los datos aportados, por ejemplo, para 'mapear' los cambios debido al coronavirus en las redes de transporte, puertos comerciales e industria pesada, en estos momentos en los que la civilización ha dejado en 'stand by' sus obligaciones.