La contaminación atmosférica baja en tiempos de coronavirus, pero la polución política está alcanzado índices insospechados en medio de una emergencia sanitaria nacional, dejando al margen de nuestras miserias al resto del mundo. Por si no fueran suficientes los personajes reales entusiasmados con el mini poder de promover la gresca y el escarnio al de ideología contraria en las redes sociales, agentes políticos profesionales se camuflan en el anonimato para intoxicar a conciencia. Ni más ni menos que un millón y medio de perfiles falsos para propagar bulos ha detectado la Policía.

Junto a estas no-informaciones en sentido estricto, el otro gran género de la pandemia es el de los vídeos del día a día. Demasiados creen interesante compartir imágenes de familias llenas de harina haciendo pasteles, practicando deporte sobre alfombras, niños colándose en las reuniones virtuales de sus padres y otras situaciones simpáticas tan poco originales. Por si nos las perdemos, programas de televisión como "Todos en casa" recogen las mejores. El presentador Ion Aramendi daba paso a los planos secuencia desde su salón y hablo en pasado porque, con buen tino, TVE no ha renovado el espacio después de ser emitidas las tres entregas que habían contratado.

Este tipo de gracietas se aceptan sin problemas, sin embargo, al pasar al terreno de la ficción salta el escándalo, interesado y partidista, desde que TVE anunciara el estreno de "Diarios de la cuarentena", una serie de humor adaptada al confinamiento, es decir, grabada por los actores y actrices desde su casa con móviles.

El líder de Vox ha llevado la sitcom al Congreso para acusar al Gobierno de que lo "esencial" para ellos es grabar comedias sobre el "encarcelamiento" de los españoles con miles de muertos o mantener programas de telebasura como "Supervivientes"; lo que según Abascal, también es cosa de Pedro Sánchez, no tiene otra cosa que hacer.

El primer capítulo de la serie no fue un prodigio de ingenio y gracia, pero la opinión de los espectadores poco tuvo que ver con el ritmo o los guiones. La malsana polarización política que ha infectado a gran parte de la sociedad española hizo que unos la encontraran fantástica y otros la despellejaran. Solo porque algunos de los actores se han posicionado políticamente, son de la banda de los titiriteros. La excusa no es nueva: dictaminar sobre qué o quienes pueden bromear. Y para esto no habrá vacuna.