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La ventana

La enturbiada resurrección

Pedro Piqueras no se anduvo con rodeos y fue flechado a las entendederas: «Usted, ahora, viendo lo que está pasando, dotaría de más y mejores recursos en todos los sentidos a la Sanidad Pública». Y Casado, envuelto en barba, dejó el recado verbolampiño sobre el que camina desde que se hizo con las riendas de la cofradía a la que intenta guiar: «Bueno, solo hay que recordar que el sector público se financia con impuestos del sector privado». Así es porque es asao. El pimpollo, fiel a su credo, encumbró con unas dobles figuras al sector equis por encima del paisanaje mondo y lirondo. No hay, pues, viraje que valga. El viacrucis, que continúa.

El caso es que, al igual que siempre a lo largo de las cuatro últimas décadas, mi hermana me preguntó si llegaríamos a la hora de comer. Nos hemos juramentado para que de ésta no se descompongan los ritos, puesto que las tradiciones tampoco es que vayan a desvanecerse de buenas a primeras. Con la luna presidiendo ya en lo más alto, le ofrecí por respuesta el parte de la jornada: «He visto la salida del Señor; la chicotá de ensueño ante el monumento que nunca nos perdemos; el inicio de la carrera oficial; la despedida de la catedral y la subida por la cuesta tocándole los Campanilleros y la Saeta. Estoy baldao». «¡Hijo, mete los pies en remojo. Como ahora me toca, voy a ponerme unos zapatos cómodos». A pesar del plan, pondría la mano en el fuego que lo hizo.

Sí porque yo, que le llevo tres años, nací aún en casa de la abuela pero ella, que ha inoculado en grado sumo veneraciones paternas, nació en la residencia, se mantiene desde entonces devota de la liturgia y lidera el fervor familiar por el ideario que emana de la real e ilustre hermandad del Dulce Nombre de la Sanidad Pública. La misma en la que, como en plagas bíblicas precedentes y no tan bíblicas, subsiste el riesgo de que desfilen no pocos componentes en cuanto afloje la estación de penitencia. ¿Que es un invento porque, por no haber, no ha habido ni programa... de mano? Sí, pero la procesión va por dentro.

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