Ha muerto Juan Cotino. ¿Y que más puedo decir en estos momentos? Una persona entregada a los demás hasta el último momento, honrada y honesta a carta cabal, por mucho que les pese a algunos al leer esto. Y lo dice alguien que lo conoce desde los 9 años. Desprendido de todo, sin valorar lo que vestía, comía o decían de él. Siempre tranquilo, sin perder la compostura. Nunca le he visto riñendo a nadie ni enfadado. Con un «seny» o sentido común fuera de lo normal Por tradición familiar dedicado a las obras públicas desde bien joven, en la empresa que montó su padre en los años 50, además de ser un entusiasta de los asuntos de la agricultura y ganadería, con una granja familiar en Aldaia, donde había nacido su madre.

Con grandes inquietudes públicas desde siempre, influyendo en el devenir social diario de su pueblo Xirivella, donde participó desde bien joven en la acción católica, en el coro, en los grupos de teatro, en los clavarios de sus queridos Cristo de la Luz y Virgen de la Salud. En los años 70, que conoció el Opus Dei, puso en marcha una gran labor social en su pueblo, el Club Deportivo y Cultural Xirivella, continuando con la Escuela Deportiva Faitanar, por donde pasaron miles de jovenes de Xirivella y pueblos de alrededor.

En las primeras elecciones locales allí estaba él presentándose por la UCD en Xirivella, teniendo contactos con Abril Martorell y varios más, que trajo en algunas ocasiones. Fundó con otros el Sindicato Jovenes Agricultores a nivel nacional, dándole un empuje muy grande a todo el tema rural.

Su vida no fue nada fácil, ya que siendo el menor de tres hermanos perdió a uno de ellos de 28 años en la decaída de los 60 y a su padre 4 años después y también a su cuñada, todos ellos por sendos accidentes de tráfico. Tres mazazos que llevó adelante con toda la fortaleza de la que siempre ha sido capaz para poder hacer frente a todo lo trágico y malo que la vida le pudo deparar.

¿A cuantos ha ayudado en esta vida? Incontables. Su amor a Dios le llevaba a querer a los demás y correr a su encuentro cuando lo necesitaban. Nunca hizo acepción de personas y era muy comprensivo con todos, incluso políticamente. Sus últimos años han estado marcados por el signo de la contradicción, como corresponde a las almas fuertes y nobles. Dedicado a trabajar por sus ideales, longamente era persona vilipendiada por mentes torticeras y con odio. Volcado en que salieran las cosas adelante, algunos no se lo perdonaban y de sus mentes calenturientas y diabólicas salían pseudotramas propias de novelas de ciencia ficción.

Hace diez años, cuando cumplió 60, se le preparó una comida sorpresa a la que asistieron más de 200 personas, algunas venidas de otras ciudades. Hace poco en su 70 años, el 26 de enero, se le organizó una nueva sorpresa por la tarde donde no solo recibió el cariño en directo sino con cientos de guasaps o video llegados de muchos sitios. Lógicamente no se esperaba nada y se emocionó pues eran momentos duros en su vida, aunque él no paraba de trabajar por los demás en ningún momento.

Tuve la gran suerte de poder estar comiendo con él dos días antes de que se trasladara a Madrid, donde tenía que estar en la Audiencia Nacional declarando por algo que a lo largo del procedimiento se hubiera ampliamente demostrado que no tenía nada que ver. El 8 de marzo llegó en AVE a Madrid y de allí en metro al hotel cerca de la Audiencia, lógicamente coincidiendo con todos los manifestantes. Esa ha sido su muerte. Tal como me ha enviado una amiga «lo han condenado sin juicio...y ahora el juicio lo deja sin vida».

Si hubieran cerrado las grandes capitales cuando debieran haberlo hecho, si no hubieran consentido la manifestación, si los juzgados hubieran dejado de actuar cuando debieran haberlo hecho, si...., si..... El tiempo pondrá a cada uno en su sitio y personas como Juan solo pueden agrandar su figura y el reconocimiento a su gran tarea. Se despidió de sus juzgadores de la Audiencia Nacional el 11 de marzo, tal como era él, con esa bonhomía que le caracterizaba, diciendo «ya nos veremos si es que el coronavirus nos lo permite». No tenía nada aún, pero ese don profético que le acompañó siempre le hizo decir eso.

Desde el 17 de marzo ingresado en la UCI con cientos de personas rezando por él, pidiéndole a Dios egoístamente que nos lo dejara aquí, pero Dios que sabe más ha elegido lo mejor para él y nos ha dejado huérfanos pero con una alegría interior propia de quienes saben que esta vida no es perenne y que si eres apóstol no has de morir. Cambiarás de casa, y nada más. Bienvenida sea nuestra hermana la muerte» como decía San Josemaría.

Sólo cabe decirle a Juan que se acuerde de los que nos hemos quedado y que ayude a esta España y a esta Valencia a la que tanto quería a salir de esta situación tan trágica, pues con sus influencias ahi arriba seguro que consigue que todo vaya mejor, a pesar de quienes no pueden conseguirlo.