El COVID 19 ha puesto en jaque muchas cosas. Casi de un día para otro ha golpeado fuerte a ciudadanos y a empresas. Los datos del paro del mes de marzo han sido demoledores y nos han dado una idea del coste en puestos de trabajo que puede tener esta crisis. Las empresas, por su parte, siguen a la espera de que el Ejecutivo apruebe los aplazamientos en el pago de tributos, siguen reivindicando liquidez para evitar el cierre y confiando en que llegue antes de que sea demasiado tarde. Ante este escenario ser optimista se convierte casi en un imposible, pero toda crisis tiene fecha de vencimiento y un aprendizaje, esa es la parte positiva.

Hemos aprendido que no estábamos preparados para una crisis de tal magnitud. No lo estábamos nosotros, ni nuestros socios europeos, en realidad nadie. No tenemos suficientes mascarillas, tampoco respiradores, ni tests y nuestra excesiva dependencia de otros mercados muy alejados del nuestro, no juega a nuestro favor. Ésta es pues la primera lección que debemos aprender de la crisis: estamos ante una excelente oportunidad para sustituir algunos Made in €. por un Made in Spain.

La crisis ha obligado a muchas empresas a reorientar su producción en tiempo récord. Reaccionemos con inteligencia y rapidez y hagamos de esta crisis una oportunidad. Si en pocos días la industria textil ha conseguido fabricar a gran escala material sanitario homologado contra el virus; si la industria de la automoción tiene listo para su producción un nuevo respirador mecánico; si la Agencia Española del Medicamento está desbordada por peticiones para validar material contra el virus y estoy seguro de que muchas de ellas llegan desde la Comunitat, ¿qué no seremos capaces de hacer?

Segunda lección: la colaboración público privada ha resultado imprescindible en tiempos de crisis y es necesaria —cuando esto pase— para evolucionar hacia un modelo económico sostenible e integrador, más en el caso de la Comunitat Valenciana, donde los problemas de financiación impiden que el sector público pueda dar siempre la mejor de las respuestas. La colaboración público privada, bien gestionada y con transparencia, tendrá que ser un eje más de la nueva hoja de ruta cuando la crisis sanitaria nos dé un respiro.

La conveniencia de recurrir al diálogo social para aumentar el grado de acierto en la toma de decisiones que afectan a empresas y trabajadores es otra de las lecciones que deberíamos aprender. Consultar con los que más conocen el tejido empresarial o el mercado laboral no puede verse como un signo de debilidad sino de responsabilidad. En nuestro territorio el contacto permanente con el Gobierno autonómico y los representantes sindicales, antes y durante la crisis por el COVID19, han resultado de gran valor para poner en común las medidas socioeconómicas que más beneficiarán a empresarios y ciudadanos.

Otra lección, la innovación, la digitalización o la inteligencia artificial deben ocupar un lugar prioritario en la nueva hoja de ruta. La crisis del coronavirus nos ha obligado a muchos a digitalizarnos para teletrabajar, a conocer y manejar el software para reunirnos por videoconferencia y a perder el miedo a las nuevas formas de gestionar el tiempo de trabajo. La crisis ha forzado a innovar a muchas empresas que no han querido ponerse de lado ante esta situación excepcional y se han reinventado para ayudar a la sociedad. Y en esta crisis, ejemplos como los de Taiwán o Corea del Sur nos demuestran que la inteligencia artificial es tan valiosa como la medicina para prevenir o frenar una pandemia, y que por tanto también nos deberemos emplear a fondo en big data. Que esto no se nos olvide: la innovación, la digitalización y la inteligencia artificial no son sólo para tiempos de crisis, son nuestra mejor herramienta para combatirla, para ser más competitivos y para que el resto de países opten por un Made in Spain.

Es también buen momento para reconocer el trabajo de tantos profesionales anónimos que no han dudado en poner el interés general por delante del particular y para que el trabajo responsable de tantas y tantas «empresas que ayudan» —como dice el proyecto puesto en marcha por CEOE—reciban un merecido reconocimiento social.

Éstas son algunas de las lecciones que nos dejará como herencia el COVID19. Seguro que habrá muchas más. Ahora es momento de sacar lo mejor de una situación difícil juntos, que aprendamos las lecciones de la crisis y que éstas pasen a formar parte de la hoja de ruta que nos encamine hacia una pronta recuperación. Será difícil, pero, ¿qué no seremos capaces de hacer?