El otro día leí un artículo firmado por Luis Algorri (columnista al que no conocía dentro de mi más absoluta ignorancia en tantos temas), que llamó poderosamente mi atención. Se titulaba "Gilipollas: una teoría." Y el propio resumen que hacía el autor era tal que este: "Ese es su triste papel en la vida. Ellos son los más listos. Ellos siempre saben más. Y lo gritan. Lo que pensemos los demás carece de importancia".

Hace unos minutos mi padre nos ha enviado un mensaje desde una localidad cercana a València. Mi padre y mi madre llevan desde el 13 de marzo confinados en su casa, con mis dos hijas de 6 y 8 años, dado que tanto mi mujer como yo somos sanitarios y no podemos hacernos cargo de ellas. Así que los abuelos ejercen de padres, y nosotros vamos por separado un par de días a la semana a llevarles la compra, con mascarilla, y a más de un metro de distancia, desde la calle. Ese es todo el contacto que hemos tenido en casi cuatro semanas con nuestras niñas, y lo que todavía nos queda. Mis hijas preguntan cuándo podrán abrazarnos, y sabemos que la cosa irá para largo. No por lo que dure el confinamiento oficial, sino por evitar que el elevado riesgo de que nosotros acabemos contagiados, signifique un posterior contagio de mis padres, que sí están entre la población potencialmente de riesgo. El mensaje de mi padre, hoy, en vacaciones de Semana Santa, rezaba : " Hoy he salido a tirar el cartón y el vidrio y he observado que hay muchos más coches aparcados..."

Y me he acordado de los gilipollas. Quien sabe, es posible que muchos de esos ciudadanos que se han desplazado a pasar unos días alejados de la ciudad, son de los que afirman que Fernando Simón es un inútil redomado, o de los que en enero tenían claro lo que iba a pasar, por supuesto que el gobierno también lo sabía y no hizo nada, por no decir que nos está engañando a todos dentro de un complot orquestado por € Eso sí, ellos son tan listos que saben cómo burlar a las fuerzas de seguridad, y escaparse a disfrutar la Pascua, y tan insolidarios como para jugarse la salud del resto de ciudadanos, estos otros, claro, tontos de remate, que no se mueven de sus domicilios. Es posible que algunos de estos gilipollas también salgan todas las tardes a las ocho a aplaudir, incluso puede que alguno cuelgue una bandera (la que sea) de su balcón, para demostrar lo patriota que es.

Parece existir un gran consenso en estos días, sobre que es una vergüenza que la sanidad pública española, se esté viendo superada por esta situación de pandemia. Una emergencia sanitaria, que la humanidad a nivel global no vivía desde hace más de un siglo. Obviaré, (porque da para otro rato escribiendo), lo poco que importan las crisis sanitarias, alimentarias, sociales o naturales, cuando no afectan a occidente. Parece mentira, dicen, que no haya suficientes mascarillas, guantes, EPIs en definitiva, para proteger a nuestros héroes sin capa , ni suficientes camas de UCI o respiradores para atender a todo aquel que lo precise. Y es una vergüenza el sueldo que cobran los sanitarios, lo precario de sus contratos, su inestabilidad laboral. Todo es culpa de los que nos gobiernan. Tendrían que gastarse el dinero en todo lo anteriormente expuesto. El dinero, claro, es del estado, que sólo tiene que dar una patada a una piedra o recogerlo de los árboles. ¡Ah, no! Para financiar esa tan apreciada sanidad pública y a sus profesionales, el dinero sale de los impuestos de todos. Así pues, cuando todo esto acabe, todos estos expertos gestores, fantásticos administradores del dinero público ¿estarán dispuestos a que nos aumenten la carga impositiva? ¿De verdad queremos defender lo público? Porque es curioso. Discursos económicamente ultraliberales, con aquella manida frase de "el dinero donde mejor está es en el bolsillo del ciudadano", se transforman, en momentos de crisis como la que estamos viviendo, en keynesianos. Ahora sí, papá estado tiene que correr con los gastos...Pero entonces ¿dónde hemos quedado que está mejor el dinero? El estado tiene que pagarlo todo, faltaría más, pero yo no quiero pagar al estado€

Al parecer, el gobierno ha actuado negligentemente, incluso algún mastuerzo pretende demandarlo por incompetencia y atentado contra la salud pública. Negligente ¿comparado con quién? Cuando se alcanzaron los 100 casos, España tardó 8 días en suspender eventos (Alemania 19, Italia

11, Reino Unido 12, Francia los suspendió de inmediato), 13 días en cerrar centros educativos (Alemania 14, Italia 11, Reino Unido 18 y Francia 16), 13 días en cerrar comercios no esenciales (Francia 14, Italia y Reino Unido 16, Alemania todavía no lo ha hecho), 14 días en prohibir desplazamientos no esenciales ( Alemania 21, Francia 17, Italia 16, Reino Unido 19). España cerró fronteras a los 14 días de los primeros 100 casos (Alemania a los 15 días, Italia a los 16 días), y se cerró la producción no esencial a los 27 días de esos primeros 100 casos (Italia a los 32 días, Francia, Alemania y Reino Unido todavía no lo han hecho).

También reclaman muchos (algunos de ellos gilipollas), que debe de haber mascarillas para toda la población. Y estoy de acuerdo. Lo que no les entra en la mollera, es que la mascarilla la tiene que llevar para evitar contagiar a otros, como una medida de salud pública para tratar de reducir la extensión y duración de la pandemia. Y no, como oigo decir una y otra vez, para protegerse a uno mismo de forma individual. La única forma de protegerse es evitando la expansión del virus, y eso, queridos gilipollas, no se hace desplazándose a la segunda residencia.

¿Qué decir de los tests masivos? También para todos, y tantas veces como sea necesario, que alguien lo pagará. Pues sí , también son necesarios, pero sabiendo qué hacer con ellos. Si se determina que un individuo ha pasado la enfermedad (una vez lleguen los test de anticuerpos), podríamos, con toda la cautela del mundo dado que estamos ante un virus sobre el que vamos aprendiendo cosas todos los días, suponer que ya está inmunizado. Si el test es negativo, no la ha pasado y tendrá que hacerse la PCR para ver si está enfermo, en cuyo caso sería contagioso y habría que aislarlo incluso del resto de su familia (si esta no lo está). ¿Y si es negativo tanto el test de anticuerpos como la PCR? Pues entonces no ha pasado la enfermedad y tiene riesgo de contagiarse. Muchos gilipollas desean que les hagan los test y saber que están sanos. Perfecto, están sanos hoy. Pero ¿y mañana? ¿Y dentro de cuatro días? Amigo gilipollas, si no has pasado la enfermedad y no quieres cogerla, la solución pasa por mantener el confinamiento, no por saltarte las prohibiciones con esa media sonrisa de listillo.

Finalmente un par de reflexiones más. Parece evidente que una gran parte de nosotros, ha pasado o está pasando la enfermedad de forma poco sintomática, con lo que si realmente pudiéramos llevar a cabo un cribado de toda la población, la letalidad del COVID-19 sería menor de lo que pensamos. No obstante, la mortalidad que está suponiendo es algo inasumible. Y sobre si en España o en Italia están muriendo más personas que en otros lugares, quizás no lleguemos a saber el porcentaje de infectados que fallecen en nuestro país respecto a otros. Eso sí, en números absolutos, y dado que en cada lugar cuantifican de forma distinta (España sólo considera muerte por coronavirus si eran personas testadas y positivas, Francia no contaba como fallecidos por coronavirus los que lo hacían fuera del hospital, y Alemania no considera muertes por coronavirus a las personas que tenían otras patologías relevantes), la única forma de saber qué reguero de desolación en forma de fallecimientos se ha padecido en cada país, será comparar durante el periodo de tiempo que se considere, las muertes de este fatídico 2020, respecto a la media de los mismos meses (por ejemplo de enero a junio) en los (pongamos) cinco años anteriores. Así dará igual cómo cuente cada cual.

Y, estimados gilipollas, posiblemente casi todos vamos a pasar esta infección. Todas las duras medidas que se están tomando, y las que se tomarán, no son para acabar con el virus. Eso llevará quizás años, cuando dispongamos de vacunas para llevar a cabo una verdadera inmunización poblacional. ¡Ah! Un recuerdo para los antivacunas. Tu hijo, no vacunado por ejemplo del sarampión, no se contagia por que el resto de niños, sí está vacunado. Los demás le protegen. A lo que iba, el objetivo como se ha dicho desde el principio, es aplanar la famosa curva. Nuestro sistema, cualquier sistema sanitario, puede llegar a absorber miles de pacientes ingresados en hospitales, incluso miles en la UCI durante unos meses, pero no miles en el mismo mes. Si mis padres, que siguen cuidando a mis hijas, sin salir de casa en casi cuatro semanas y limpiando con lejía el trozo de acera desde donde yo hablo con ellas, si mis padres, digo, han de infectarse del COVID-19, prefiero que lo hagan cuando se les puedan ofertar todos los medios de que disponemos en nuestro sistema sanitario. Y supongo que los gilipollas quieren lo mismo para los suyos. Así pues, quédate en casa y colabora.