Desde que se decretó el estado de alerta en nuestro país, nuestros monumentos y museos permanecen cerrados con todo el perjuicio social y económico que ello conlleva. Nuestras vidas son lo primero, pero hay que pensar que habrá vida más allá de la pandemia del coronavirus incluso para el patrimonio, pero seguramente será una vida un poco diferente.

Los gestores del patrimonio y el sector turístico han mostrado durante todos estos días en los medios de comunicación su preocupación sobre cuándo y cómo se retomará la actividad. El 'cuándo' no lo sabe bien nadie a ciencia cierta, pero el 'cómo' sí es una cuestión técnica que concierne directamente a los gestores del patrimonio.

Este 'parón a la fuerza' en las actividades de visita pública de nuestros elementos patrimoniales tiene que hacernos reflexionar. Y, para ser positivos, considerarlo como una oportunidad de reconducir la gestión de los mismos. El día a día de un monumento o un museo no permite implantar de repente impopulares medidas restrictivas para adecuar un número de visitantes a la capacidad de carga del sitio. Tampoco se piensa en mejorar la experiencia y dotarla de mayor calidad con programas de interpretación y facilitar guías cualificados, así como evaluar la satisfacción de los visitantes mediante encuestas ya que, si 'todo va más o menos bien' y hay un público regular, no es objeto de preocupación inmediata ni de inversión. Algunos de nuestros edificios patrimoniales necesitan una mejor gestión porque se lo merecen, ellos y nosotros.

La saturación y la congestión puntual que sufren tanto los lugares como las personas que los visitan no es aceptable ni física ni psicológica ni culturalmente. La imagen que se lleva un visitante cuando esto sucede hace que mucha gente tenga ya para siempre una mala opinión del lugar incluso siendo elementos patrimoniales de primera jerarquía como el caso de sitios declarados Patrimonio de la Humanidad o museos internacionalmente reconocidos. Hay que considerar además que estos elementos son el 'buque insignia' del turismo cultural, sector que abarca un amplio espectro de empresas y negocios que son la base dinamizadora de muchas economías locales, altamente dependientes de la buena gestión de estos elementos patrimoniales.

Pues bien, ahora nos encontramos ante un nuevo reto. Está claro que en ese proceso de 'desescalada' la actividad de visita pública no será de las primeras en retomarse... pero lo importante es ¿cómo se hará? Llevamos semanas adquiriendo hábitos a la fuerza que apelan a nuestros más básicos valores universales como son el de mantenerse con vida y estar saludables. Para preservar el patrimonio, habitualmente en los planes de gestión, y especialmente cuando se determina la capacidad de carga, se aludía a razones técnicas de conservación de los elementos de valor y al bienestar de los visitantes en términos de calidad de la experiencia, pero nunca se había argumentado con base en la salud de las personas. Y eso es lo que va a tocar hacer a partir de ahora y, además, el público lo va a entender porque han estado sometidos a una disciplina de distanciamiento interpersonal durante muchos días y la gran mayoría de la gente lo ha admitido bien. Bueno, sin llegar a esas medidas de asepsia sanitaria, el discurso de la restricción en el número de personas visitando a la vez un monumento, se va a ver beneficiado sin el riesgo de resultar impopular. Por tanto, es momento ahora para reordenar los flujos de visitantes antes de la reapertura.

Otra oportunidad se plantea en relación a la gestión económica de los bienes patrimoniales públicos; no se conocen detalles de lo que cuesta mantenerlos ni lo que se ingresa con ellos. Pero es seguro que, durante estos días, un mantenimiento básico han necesitado e ingresos no se han producido. Por ello, sería momento también de replantearse un modelo de gestión económica más sostenible y transparente.

Un tema fundamental y que afecta directamente a investigadores y científicos es que gran parte de la información y documentación de estos elementos patrimoniales y museos, en muchos casos, no está digitalizada ni disponible y estos días se ha evidenciado claramente. Así, numerosos proyectos de investigación se han visto paralizados hasta nueva apertura. En plena era cibernética, sería interesante disponer de webs oficiales de los sitios patrimoniales; casi podría considerarse como una obligación para las instituciones. Facilitar información técnica y sobre la gestión del sitio (planes, programas, actividades, proyectos, etc.) también debería serlo. Esta sería una tarea prioritaria que contribuiría a garantizar la transmisión del legado de estos bienes en cualquier circunstancia.

Y nos queda el desafío final... ¿cómo vamos a reconectar al público con el patrimonio a corto plazo? ¿Cómo haremos que vuelvan a visitar los sitios patrimoniales? Es evidente que hay que poner en marcha estrategias de promoción que haga más atractivos que nunca el patrimonio a nuestros vecinos locales, que serán los primeros en 'reconectar', y a nuestros posibles visitantes... Los gestores y la Academia tenemos que diseñar propuestas y acciones que sean motivo ineludible para que los sitios patrimoniales vuelvan a brillar y a impresionar al público.

La Universitat Politècnica de València, en vista de todas estas circunstancias, ha priorizado en su agenda académica el abordaje de estas cuestiones, antes de que concluya el curso y con todas las dificultades técnicas que ello conlleva. Así, en el marco de la especialidad de gestión del Master de Conservación del Patrimonio, se van a llevar a cabo diversos seminarios que versarán sobre el tema tanto a nivel nacional como internacional para conocer cómo se están plateando estas cuestiones en otros destinos patrimoniales del mundo. El más inmediato comenzará el 22 de abril («Reconectando al público con el patrimonio»), y contará con la participación en streaming del Embajador de España en Francia, José Manuel Albares; el Embajador Delegado Permanente de España ante la UNESCO, Andrés Perelló; y de Tatiana Martínez Ramos e Iruela, Directora Consejera de Turismo de la Embajada de España y Representante Permanente en la OCDE.

Está claro que el patrimonio siempre nos ha acompañado y lo estamos echando de menos. Vamos a prepararnos y prepararlo para que nuestro reencuentro sea memorable.