Al abrir el libro de José Carlos Ruiz "El Arte de pensar", me encuentro con un capítulo que no tiene desperdicio y que trata sobre el miedo. Un capítulo que bien vale la pena aplicar a la técnica del Mindfulness que nos narra el doctor Mario Alonso en su libro Tómate un respiro Mindfulness, y nos explica entre otras que hay que buscar un lugar tranquilo donde nadie nos interrumpa y aplicar la atención plena en la lectura. Algo que sí he podido hacer y centrarme en la lectura de ese capítulo, en donde Ruiz cita a Hobbes, uno de los filósofos que trata en sus publicaciones el apasionante tema del miedo, del que dice que "el día en que yo nací mi madre parió dos gemelos, yo y mi miedo".

Si nos cuesta a nosotros comprender nuestros miedos, qué difícil es entender a veces el miedo de los demás. Un miedo que puede llegar a ser hasta útil y necesario, como advertía Spinoza de los peligros que entraña el miedo: "es terrible que el pueblo pierda el miedo", ya que como muy bien nos recuerda Ruiz, siguiendo a Hobbes y Maquiavelo, el miedo es la "emoción política más potente y necesaria, la gran educadora de la humanidad."

Estos días que estamos viviendo bajo el paraguas del confinamiento más que justificado por el coronavirus, pensar en el miedo y sentir como nos paraliza no es un tema baladí. El miedo está presente, miedo a contagiarnos, a que se contagien nuestros seres queridos, miedo a no saber cuándo podremos salir de esta maldita pesadilla para volver a nuestra zona de confort.

Decía Hobbes, que el miedo nos aparta de algo, nos encierra en uno mismo, nos bloquea, nos separa y aísla. Por eso es tan importante que cada día a las ocho de la tarde todos los ciudadano salgamos al balcón a aplaudir, no solo para rendir homenaje a quienes están en primera línea de fuego en esta guerra sin cuartel contra el coronavirus; sino también para cantar o gritar a los cuatro vientos, para demostrarle al miedo que a pesar del confinamiento no estamos solos y no nos va a aislar en nuestra vida; a pesar de que como dijo Steve Jobs hace años en la Universidad de Stanford: "la vida a veces te da en la cabeza con un ladrillo". Ahora nos ha dado con una pandemia, para muchos una tragedia; pero hemos de ser creativos, emprendedores y solidarios, como decía el doctor Mario Alonso, en una charla recientemente. Cabe reflexionar y pensar en los seres queridos, por ejemplo, y a cuántos de esos seres queridos les hemos dicho últimamente lo mucho que los queremos. Ese saludo que muchas veces piensas que ya lo haré más tarde, y llega ese más tarde y se convierte en mañana y después de mañana vendrá otro mañana y así sucesivamente. Ese saludo toca ahora, no mañana, porque tal vez ese mañana nunca llege.

En tiempos de crisis y de miedos pienso en El Arte de la Prudencia de Baltasar Gracián (S. XVII), que un querido amigo me regaló un día pensando en que sería importante para mí, como así ha sido. En ese libro lleno de aforismos me gustaría, para concluir, mencionar el número 11 Tratar con quien se pueda aprender. Este aforismo trata de los amigos y de lo que se puede aprender de ellos: "hay que hacer de los amigos maestros y compenetrar lo útil del aprendizaje con lo gustoso de la conversación". Tal vez la amistad sea uno de los enemigos del miedo, ya que rompe el aislamiento y esa parálisis que nos provoca. Quizás en vez de llevar una existencia poblada de miedos, como relataba Epicuro (S. III a. c.), deberíamos aprender "a gozar los bienes que poseemos, entre los cuales el máximo es la amistad".