A mí del señor Iglesias no me sorprende ya nada. Le escuchábamos decir en el Congreso de los Diputados que agradecía la lealtad de EH Bildu hacia el Gobierno, después de intervenir la portavoz del partido abertzale, Mertxe Aizpurua.

Y se ha referido a los proetarras como una formación independentista que aspiraba "legítimamente a una relación diferente con el Estado".

La violencia nunca es legítima. Las ideas no se pueden imponer a base de pistolas, tiros en la nuca y bombas lapa. El estado de terror que sembró el terrorismo etarra en el País Vasco y en el resto de España no es una aspiración legítima.

Se le ha olvidado al señor Iglesias o quizá no, que esa "relación diferente" a la que se refiere se construyó bajo la violencia de una banda terrorista como fue ETA, que asesinó a cerca de mil personas por el único hecho de pensar de manera diferente.

El señor Iglesias se permite hablar de lealtad a un grupo parlamentario que no ha mostrado el más mínimo arrepentimiento por el daño causado ni ha pedido perdón por sus horribles crímenes.

Pero lo grave no es lo diga el señor Iglesias, ya que en el fondo todos sabemos cómo piensa; lo terriblemente grave es que el presidente Sánchez no se haya dado cuenta de a quién ha elegido como socio de Gobierno.