Cataluña está siendo el segundo gran foco, después de Madrid, de contagios de COVID-19 y ambas comunidades autónomas tienen una evolución de la pandemia muy similar. Los problemas en el cómputo estadístico (casos positivos, rastreo en los geriátricos, asintomáticos) han ocasionado numerosos picos de sierra. El colmo se ha producido ayer, cuando el reporte al Ministerio incluyó una bolsa de 1.027 tests positivos de personas en las que aún había que determinar si tenían o no síntomas. En cualquier caso, la tendencia es clara y similar a la que se observa en la evolución de esta pandemia: rápido ascenso en la etapa exponencial de contagios, contención por el confinamiento, descenso suave y segunda «joroba» por la ampliación de la detección de casos una vez que comienza a aliviarse la actividad en los hospitales y se buscan contagiados fuera de los ingresos directos.

Los investigadores Juan Luis Fernández y Zulima Fernández-Muñiz, que modelizan los datos de la enfermedad para toda España y varios países del mundo, estiman que el número de infectados se situará en el entorno de los 50.000 y los fallecidos podrían llegar a los 1.500. La incidencia acumulada en 14 días es de 180,44 casos por cada 100.000 habitantes, frente a los 128,82 de la media española. El índice de contagios, según los ingenieros de minas asturianos, se encuentra en el 2,5 por lo que aún no está controlado que no puedan reproducirse crecimientos exponenciales. Las oscilaciones en el número de casos diarios expanden el tramo descendente de la curva, haciendo que la incertidumbre sea mayor y alejándola de la forma clásica y simétrica de la ley de Farr.