El tranvía, amarillo con jardinera, que subía por la calle de Ruzafa hasta Xátiva, chirriaba estruendosamente en la curva y ello despertaba a los artistas que pernoctaban en el "Hostal El Faro" e incluso a los del "Hotel Metropol" que tenían habitaciones que daban a la calle. El 5, azul, era de circunvalación y llegaba desde Colón y no hacía más ruido que el natural. En ambos establecimientos se hospedaban artistas de varietés, como Enrique Vargas Castellón, El Príncipe Gitano, ruzafeño, cuando regresaba a Valencia con espectáculo propio, y toreros. Toreros y artistas de tronío ocupaban el Metropol Los subalternos se establecían en pensiones de los alrededores de la plaza de toros.

Ruzafa era el centro de la zona teatral. En el tramo de Colón hasta la Plaza de Emilio Castelar, llamada del Generalísimo, estaban los teatros "Ruzafa", "Serrano" y "Eslava". Los artistas del espectáculo como el fallecido Enrique Vargas Castellón actuaban en el "Ruzafa" y el "Serrano" porque el "Eslava", sede de Rafael Rivelles, era la casa de la comedia. En la esquina estaba el restaurante "La Torera" y al lado el bar "Ruzafa", local que no cerraba porque en las horas de madrugada bajaba la persiana, pero no del todo para que los artistas que llegaban de los bolos de los pueblos tomaran un bocadillo por toda cena. Acababan de cobrar la actuación. Este establecimiento era la lonja del espectáculo de variedades. Allí tenían a sus representantes, como Curro Paredes, a los que visitaban todas las tardes para saber si tenían actuación en el fin de semana.

Enrique Vargas Castellón pertenecía a una familia de etnia gitana. Muchos de los componentes de la misma pretendían sumarse al mundo del espectáculo. Eran bailarines, canzonetistas y guitarristas. Enrique Vargas fue uno de los más destacados del gremio. Pronto salió del ambiente de Valencia y encontró en todos los grandes teatros de España renombre, éxito y, consiguientemente, dinero.

La última vez que conversé con él tomamos café en un establecimiento propiedad del banderillero Tomás Sánchez Jiménez, figura en Las Ventas. en la calle del Doctor Fleming de Madrid. Acababa de pasar por la empresa discográfica para la que grabó algunos de sus últimas canciones como la de "In de ghetto", que para algunos parece que ha sido su último triunfo y fue todo lo contrario. Sus canciones en inglés no fueron lo mejor de su carrera artística. Enrique que quiso ser torero, "me pudo el miedo", me dijo, hubo años en que además de triunfar en los teatros hizo cine y le ofrecieron vestir de luces. En alguna biografía figura que debutó como novillero y no fue así.

Enrique formó compañía de variedades de las que circulaban por España. En el "Teatro Ruzafa" alternaban revista y variedades y en el "Serrano" en ocasiones también se sustituía el la comedia o el drama por las canciones de flamencos y artistas del momento como, la peruana Zoila Augusta Emperatriz Chávarri del Castillo conocida como Ima Sunmac "El cóndor de los Andes", Irma Vila y sus rancheras, el Trío Calaveras y consiguientemente el folclore español.

Enrique compitió incluso en las plazas de toros con el espectáculo veraniego en el que incluía entre sus compañeros de elenco, a artistas posteriormente famosas como fue Rocío Jurado. Lo que encumbró al Príncipe no fue el "In de Guetto" sino sus canciones llenas de andalucismo como "Cortijo de los Mimbrales" "Cariño de Legionario", "Ay! mi Dolores" "Tani", "Morito de Tetuán", "Caramba carambita" "Antonio Vargas Heredia", "Mensaje de la Reina Mora", " La bien pagá" y " El reloj".

Creó un estilo peculiar tanto que le surgieron imitadores por todo el país. Sus canciones fueron piezas obligadas en los días más señalados del santoral. Radio Gandía y sus discos dedicados, un duro la mención, consumían horas en las dedicatorias. El Príncipe hizo popularísimas coplas con lo más propio de su repertorio e hizo geniales interpretaciones de "La bien pagá", que hizo famosa Miguel de Molina, muerto en el exilio de Argentina, y resistente en Valencia durante la Guerra Civil, con don Jacinto Benavente, "Antonio Vargas Heredia", ( "flor de la raza calé" )y sobre todo la "Tani" que relataba la fiesta de Granada con una boda gitana de la realeza. Era inigualable cuando en algunas finales de estrofa hacia una especie de "beee" que todos querían imitar. "El reloj" tuvo en el valenciano Vicente Herero, tartaja que jamás se enganchaba cuando cantaba y que aguantaba lo indecible para el final de la canción "relóoooo de la catedral".

Enrique potenció la figura de su hermana Dolores Vargas "La Terremoto" y su espectáculo triunfó en época en que Concha Piquer tenia compañía propia y competía con Juanita Reina, aunque esta nunca la igualó. En las ferias de las ciudades más importantes, Enrique tenía como competidores a la Niña de la Puebla con su hija Adelfa Soto, Juanito Valderrama, Pepe Pinto y Rafael Farina, entre otros. Lo que nunca fue Enrique es cantaor de flamenco puro aunque lo intentó con los fandangos. Su canción, copla andaluza, se canturreó en toda España. Eran las letras que se oían en las horas en que en las casas se hacían la colada o se trabajaba en la cocina. El Príncipe vendió discos en época en que no abundaban los tocadiscos y en muchos hogares aun se oían las llamadas placas de las gramolas. Con sus éxitos ya llegaron los discos de vinilo. Hoy aún se le puede reconocer en cedés.

Enrique Vargas Castellón, ha muerto por el coronavirus, una cornada que evitó en el mundo de los toros en el que por su carácter gitano se le presumía arte como a todos los diestros de su etnia. Con él tal vez ha desaparecido definitivamente el espectáculo de variedades. Eran artistas que cantaban en el escenario sin micrófonos que agrandaran su voz.