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Lectorólogos

Yo no sé lo qué es la pirámide de población porque para eso hay que ser demógrafo o antropólogo, hay que ser algo esdrújulo, en fin, y con una erre en medio como mínimo. Pero aún ignorando el concepto, nadie me quita de la cabeza que cuando en una sociedad muere más gente de la que nace, la pirámide en cuestión sufre.

Pongamos una foto familiar: un matrimonio con sus hijos y nietos. Los hijos y los nietos representan la base de la pirámide y los viejos su cúspide. En una pirámide de población normal, la gente menuda debería ocupar más espacio que la grande. En una pirámide estrambótica, los ancianos serían más en número. O sea, que a lo mejor sí sé de qué va la cosa. Un poco, al menos.

Viene todo esto a cuento de que en Madrid, cada año, cierran el doble de las librerías de las que abren. He ahí una pirámide invertida. Una pirámide hecha polvo. Una pirámide que se va a invertir más, si cabe, con el estado de alarma decretado por el coronavirus.

Imagina uno todos esos libros sin abrir que reposan en las estanterías de los establecimientos. Piensa en los personajes que los pueblan, desconcertados ante un silencio mayor aún que el habitual. Imagino a Hansel y Gretel, en el interior de su cuento y de su bosque. Se detienen un instante.

-Hoy no he escuchado el ruido de la librería al abrirse ni la tos del librero -dice Hansel.

-Llevas razón -responde Gretel.

El librero tose porque fuma mucho. Madame Bovary lo sabe y se ha detenido también, aplicando el oído a la parte interior del lomo de su novela. Le extraña ese silencio, le preocupa. ¿Tiene sentido continuar el argumento cuando no se escuchan pisadas en la tienda, cuando las posibilidades de que alguien abra el libro y le eche un vistazo antes de pasar por caja parecen nulas?

A veces, en mis delirios, imagino que los personajes de las novelas discuten entre sí acerca de la existencia del lector como otros, en la vida real, discuten acerca de la existencia de Dios. ¿Habrá en las ficciones escritas lectorólogos del mismo modo que en la realidad hay teólogos?

Todas estas cuestiones, tan interesantes, desaparecerán como lágrimas en la lluvia si no arreglamos el asunto de la pirámide.

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