En estos días de confinamiento hemos tenido mucho tiempo para reflexionar y meditar sobre el papel fundamental de nuestros hábitos como ciudadanos y nuestra contribución en la mejora de una sociedad más justa y más solidaria. Una sociedad en la que las desigualdades no se prioricen por encima de valores económicos y en la que las personas, y sobre todo los colectivos más vulnerables, sean la máxima prioridad de cada una de las decisiones que tomemos. Si para algo ha servido esta maldita pandemia (vaya mi más sentido pésame para todos aquellos que han perdido a un ser querido) ha sido para entender que algo ha fallado en este mundo en el que vivimos y que, o cambiamos nuestros planteamientos ahora o no sé cuándo lo vamos a hacer. De lo malo siempre se aprende, y con esta actitud tendremos que afrontar a partir de ahora los nuevos retos que llevemos a cabo.

Las organizaciones de personas consumidoras llevamos advirtiendo muchos años de la necesidad de modificar y de concienciar sobre nuestros hábitos de consumo para conseguir y mejorar la sociedad en la que vivimos. Esa transformación social tan necesaria que muchas veces olvidamos a la hora de definir la agenda política de los distintos gobiernos de turno. Una sociedad concienciada y educada en valores sociales entiende la responsabilidad de cada una de las decisiones que se pueden tomar en momentos difíciles y complicados, decisiones basadas en el consenso, en el diálogo y en la corresponsabilidad compartida de todos los agentes sociales encabezados por nuestros responsables políticos.

Ahora no es el momento de cuestionar acciones o soluciones planteadas con el propósito de contribuir a mejorar y paliar la situación en la que estamos viviendo. Ahora es el momento de trabajar conjuntamente, de buscar soluciones comunes basadas en el trabajo del conjunto de la sociedad que, de una manera u otra, se ha visto o se va a ver afectada por esta situación. No obstante, la corresponsabilidad no será la misma para todos los sectores, ya que la ciudadanía será siempre el eslabón más débil en esta cadena y esto tendrá que ser tomado en cuenta en cada una de las decisiones que se vayan adoptando. Pensemos que, al final, todos y todas acabaremos pagando esta crisis y que sólo con nuestro esfuerzo podremos salir de ella.

Algunos retos no pueden desaparecer de las acciones propuestas o diseñadas por las distintas administraciones. Actuaciones totalmente necesarias dentro de la situación de emergencia en la que estamos viviendo, pero que no nos pueden hacer olvidar otras acciones que hay que plantear para evitar males mayores que afecten a la propia sociedad. Un ejemplo claro es la necesidad de la puesta en marcha de una revolución digital como herramienta de equidad entre toda la ciudadanía. La digitalización de la sociedad no se puede convertir en un elemento de desigualdad entre clases sociales y, en este sentido, será clave el papel del sector tecnológico y de la innovación social para plantear soluciones que ayuden a toda la ciudadanía.

Tampoco podemos olvidar a nuestro propio Planeta, a nuestro entorno, que sigue necesitando cada una de nuestras acciones y pequeños gestos que, sin duda, van a contribuir a seguir mejorando su estado. No se nos pueden olvidar nuestras reivindicaciones sobre el cambio climático y todo el movimiento en defensa del medio en el que vivimos. Tal vez, nuestro Planeta haya dicho ¡basta! y haya querido darnos el mayor toque de atención de todos los posibles. Pero eso son conjeturas, lo sé, y quizás no sea el mejor momento para plantearlas.

Para acabar con estas reflexiones, me gustaría hacer una defensa clara y contundente de un sector que está pasando casi desapercibido en toda esta situación, y que es el del tercer sector. El papel fundamental del tercer sector y el de las organizaciones y asociaciones sociales que, sin recursos en la mayoría de los casos, están trabajando sin descanso para ayudar a todo aquel que lo necesita en estos momentos. Las medidas económicas y laborales son totalmente necesarias , pero no podemos olvidarnos tampoco del papel que realizamos determinadas organizaciones que, con nuestro esfuerzo diario, ayudamos a la ciudadanía a resolver problemas que, por pequeños que parezcan a veces, pueden ocasionar graves trastornos en la ya maltrecha economía familiar. Desde el primer momento, nos hemos puesto manos a la obra a ayudar a todo aquel ciudadano que ha llamado a nuestra puerta en busca de una respuesta a cualquier problema planteado.

No obstante, en estos momentos, y dentro de la responsabilidad social que nos caracteriza, la principal acción que nos preocupa es la salud de todos los que nos rodean y la de cada uno de nosotros mismos y para ello, lo mejor que podemos hacer es quedarnos en casa y cuidar al máximo de nuestros mayores.