Hoy celebramos el día mundial de la seguridad y salud en el trabajo, hace un año nadie podía imaginar las condiciones en las que lo íbamos a celebrar. Las limitaciones a la movilidad, una economía casi paralizada, los ERTE, el incremento del paro. No nos hemos recuperado todavía de la última crisis laboral y entramos en otra, tal vez mayor.

En el anterior debacle una de las cosas que más se resintió fue la seguridad en el trabajo, la cantidad de siniestros laborales con muertos y heridos fue desproporcionada para las condiciones de seguridad que tenemos legisladas.

Tal vez de lo poco bueno que a nivel laboral podamos sacar de esta situación, sea el teletrabajo. Una experiencia improvisada y vivida a la fuerza por parte de muchas personas para desarrollar el trabajo en el hogar, en unas condiciones poco facilitadoras, con toda la familia en casa, los hijos realizando las tareas escolar y con su necesidad de jugar y de vivir, la vida social casi anulada, atendiendo a los mayores y a los enfermos y con la angustia y la ansiedad que la situación sanitaria, social y laboral han creado.

El teletrabajo tiene múltiples beneficios, la flexibilidad para conciliar la vida personal, el ahorro en tiempo y dinero de los desplazamientos o la posibilidad de aprovechar las franjas personales más creativas y productivas. A pesar de esos beneficios no hay que olvidar algunos riegos, riesgos incluso frente a las adicciones. Como en los otros ámbitos laborales, en el teletrabajo también hay factores que pueden facilitar las adicciones. Parece extraño que haya riesgos en un espacio de trabajo que antes que nada es el propio hogar de esa persona, pero los hay.

Estos son prioritariamente dos, los llamados riesgos psicosociales y la disponibilidad. La falta de contacto con otros compañeros, la sensación de soledad y la reducción de control externo; junto con la disponibilidad, de alcohol, tabaco, acceso a apuesta deportivas o el botiquín de casa. Son factores de riesgo y sin salir de las adicciones a cosas legales.

Estos riesgos, con una deficiente organización de tiempos y de rutinas puede generar la absurda sensación de que podríamos estar adelantando algo y no desconectar el tiempo necesario. Durante años se ha promocionado el presentismo más que el cumplimiento de objetivos; es un error que muchas personas han de superar. Sin desconectar adecuadamente destruimos uno de los primeros beneficios, la conciliación con la vida personal y la ausencia de ella supone un riesgo.

Durante los momentos más álgidos del confinamiento, el consumo de alcohol en el hogar se ha incrementado, tal y como reflejan los datos de ventas en tiendas y supermercados. Sino bebemos en los puestos de trabajo presenciales, porque hacerlo en el puesto de trabajo cuando se encuentra en nuestra casa. Si de esa cerveza que a veces nos tomábamos con algunos compañeros, desaparecen los compañeros y la socialización, la cerveza deja de tener el sentido original y pasa a tener otro muy distinto. Hay que tener muy en cuenta que el porqué, el cuándo y el cuanto, de nuestro consumo de alcohol, define nuestra relación e identifica si conlleva riesgo.

Otros de los problemas es el tabaco. En los espacios laborales está prohibido fumar, pero si ese espacio laboral es mi casa y soy fumador ¿lo voy a respetar?, ¿quién me vigila para hacerlo? y si no lo respeto y fumo ¿cuántos de los beneficios de salud de esta norma desaparecen? todos. Además, estoy convirtiendo en fumadores pasivos a todas las personas con las que vivo, en el tiempo de trabajo y durante el resto del día, porque las partículas del humo se quedan impregnándolo todo.

Teletrabajo suele suponer trabajar delante de una pantalla y con conexión a internet, con estas condiciones y en momentos de aburrimiento, de falta de creatividad, de parón, es muy fácil conectarse a los juegos y apuestas en la red, está a la distancia de dos clics. El poder adictivo de las apuestas está muy demostrado y sufrido a partir de la legalización del juego online. Su capacidad para generar adicciones es muy superior a la del juego presencial, a veces solo en meses. Hay factores que lo facilitan, la inmediatez, el anonimato, la disponibilidad, los bonos y promociones, aunque resulten engañosos, la falta de control cuando no toco el dinero al usar una tarjeta, la publicidad agresiva; variables que hacen muy fácil conectarse y pasar al abuso con la ayuda de la soledad laboral en la que se reducen o desaparecen, las relaciones y el control externo.

Tampoco hay que olvidar el uso y abuso de los hipnosedantes y sobre todo los ansiolíticos, sin compañeros que nos paren o ante los que nos juzguemos tomarlos tal vez por la opinión que se puedan hacer de nosotros, la puerta al consumo y abuso es más fácil de cruzar y ante la situación de angustia social, sanitaria, laboral y económica, es posible que considere que me puedo automedicar porque aunque haya una receta, aumentar la dosis, es automedicación y abuso. Las soluciones fáciles no suelen ser soluciones y son las que a medio y largo plazo nos complican la vida.

Aun así, hemos vivido la primera gran experiencia de teletrabajo en España. Es de esperar que, a partir de este momento, por todos sus beneficios y rentabilidad, el teletrabajo de un tirón en nuestro país, pero estando atentos a que también contiene riesgos e implementando las estrategias adecuadas para minimizarlos.