La serendipia. Cuando descubrí esta palabra de forma casual e inesperada, como corresponde a su propia naturaleza semántica, me enamoré de ella. Si aceptamos que fonológicamente suena a fármaco, entonces convendrán conmigo que la "serendipia" es un excelente principio activo contra el fatalismo. Más aún, es una cura de modestia para la prepotencia y la soberbia humana determinista, pues añade a la epistemiología o gnoseología, al conocimiento científico y tecnológico, a lo metódico y racional, un plus de pura magia que introduce lo aleatorio, lo imprevisto, lo accidental, lo asombroso e increíble como una variable sorprendente de nuestro progreso y crecimiento, social y personal. ¡Así de bonita, fascinante y divertida es la vida!

Sobre el término "serendipia" (o su versión coloquial... "de chiripa"), es una palabra acuñada a partir del cuento «Los tres príncipes de Serendip», en el que los protagonistas, unos príncipes de la isla Serendip —antiguo nombre persa de la actual Sri Lanka— solucionaban sus problemas a través de increíbles casualidades.

Sri Lanka era conocida, hasta el año 1972 en que cambió su nombre, como la Isla de Ceilán. Por su forma característica y su proximidad con la India, también se le llama "lágrima de la India". Antes de ser Ceilán, la isla tuvo muchos nombres, tantos que se le llegó a conocer como la "isla de los mil nombres". Uno de esos nombres, y uno de los más bonitos, fue el nombrado de Serendipia.

Pero a lo que estábamos. A todo el mundo nos gusta pensar que el éxito de nuestras decisiones viene de predecir tendencias, del análisis de datos y de los juegos de estrategia. Es decir, por la aplicación de algún tipo de enfoque lógico. Pero si esto fuera así de simple, habríamos resuelto el misterio del éxito desde hace mucho tiempo, ¿no les parece?

La serendipia es lo que en realidad nos distingue, ya que es la única manera de descubrir un enfoque que no es ni evidente, ni lógico.

Aunque se suele hablar de suerte buscada, a pesar de que parezca un contrasentido, es posible crear ciertas condiciones para que las "casualidades afortunadas" se produzcan con más frecuencia, bien sea en nuestras vidas o bien en la gestión.

En todo caso, en tiempos de crisis, o lo que es lo mismo, sopesar el peligro frente a la oportunidad, considerar las verdaderas oportunidades (esos trenes que pasan una sola vez) que casi nunca lo parecen. Por eso, conviene estar muy abierto, ser muy inquieto y curioso para sacar provecho de esas situaciones inesperadas, y la crisis del COVID lo es, tanto desde nuestra particularidad como desde nuestra vida globalizada. Dejarse llevar y cambia el plan (si vale la pena y va a ser que sí).

Bien, pues no me parece mala la sugerencia de aplicar la "serendipia". Y es que creo que se nos está dando una inmejorable coyuntura para dejar de preguntarnos "¿por qué?" y lo cambiemos por el "¿para qué?". En este momento en el que ha sido tal la sacudida que aún estamos digiriendo la nueva situación, la casualidad ha querido que muchos de nosotros retomemos facetas de nuestra vida que teníamos arrinconadas. En mi caso, no por ello, puedo dar la espalda a personas a las que en otro tiempo acompañé en circunstancias difíciles, y han depositado de nuevo su confianza, para hacer, entre todos, más llevadera esta etapa. Recuerda: SERENDIPIA