La gestión de Martínez Almeida en Madrid y la labor de la oposición en la Asamblea de Madrid, dando su apoyo al alcalde, es el ejemplo que quisiéramos ver todos los días en la clase política, más allá de las diferencias ideológicas que puedan mantener unos y otros. Porque aunque se esté en las antípodas ideológicas, como le recordó Martínez Almeida a la portavoz de Mas Madrid, Rita Maestre, ahora lo que toca es hacer política de manera conjunta, dejando al margen los debates estériles que solo contribuyen a encender y a calentar más los ánimos.

Acostumbrados como estamos al rifirrafe parlamentario continúo, me gustó mucho el tono moderado de la intervención de Rita Maestre, tendiendo la mano al alcalde de Madrid en su lucha contra el coronavirus y confiando en la labor que está desarrollando el Gobierno municipal de la capital de España. Una intervención que fue aplaudida desde la bancada popular, poca acostumbrada a aplaudir al adversario político.

El otro día compartía en las redes sociales unas declaraciones del líder de la oposición portugués Rui Rio, donde deseaba fuerza, ánimo y coraje al primer ministro luso, Antonio Costa en su lucha contra la pandemia y dijo algo que a mí me pareció fundamental en estos momentos de enconados debates políticos: su suerte es nuestra suerte. Una aseveración que es sencillamente irrefutable. Si el Gobierno, sea del color que sea, tenga las siglas que tenga, lo hace bien; nos irá bien a todos. Y si lo hace mal será un fracaso colectivo.

Mientras los partidos políticos, Gobierno y oposición, no entiendan que esto es una lucha conjunta, donde lo único importante es salvar vidas y frenar el número de contagios; no una pugna para recabar votos, expandir bulos ni derrocar Gobiernos; el final de la pandemia está cada día más lejos, con la agravante añadida de que siga sumando más víctimas mortales y más contagios.