Hace un mes que se inició este periodo de encierro por la Alerta Sanitaria. Un mes, desde que los niños y niñas llegaron a casa desde el colegio y ya no han vuelto a salir. No hubo fallas, ni Semana Santa ni Pascua. ¡Es lo que hay y ya es un relato cotidiano! pero la experiencia de confinamiento de la juventud y los niños y niñas, cuando viven en centros, es una realidad menos conocida, cuando no simplemente invisibilizada. Por ello, desde mi experiencia diaria en uno de esos Centros de Acogida de Menores, me siento interpelado a exponerla, para que también se conozca.

En la víspera de la declaración del Estado de Alarma Sanitaria se podían prever muchas cosas, ¡pero no se sabía nada con certeza! Por eso, algunos internos del Centro de Acogida de Menores se fueron con sus familias a pasar unos días. Otros se quedaron porque, desgraciadamente, algunos menores acogidos no tienen dónde ir o, incluso, puede que sea mejor que no vayan. Desde entonces, tanto los que se quedaron, como los que volvieron días después, están confinados, como el resto de la población.

¿Pero qué hacían todos los días antes del confinamiento? Las dinámicas cotidianas del día a día en un Centro de Acogida de Menores (CAM) incluyen: levantarse, desayunar y acudir a su formación específica (escuela, instituto u otras opciones). Después, vuelven a "casa", donde después de comer, hacen los deberes (más o menos, ¡como en otras realidades!) o participan en actividades extraescolares, se duchan y se acuestan, cuando llega el momento. Una rutina que, con todas las particularidades y excepciones, se mantiene a lo largo de la semana.

Pues bien, si las familias tienen dificultades para mantener el día a día, ¡imaginen lo que llegamos a pensar las y los profesionales de mi Centro, cuando se decretó el Estado de Alarma Sanitaria!. Porque ellos son individuos especialmente sensibles, con su propia historia que llevan a cuestas, como si de una "mochila" se tratara. Algunos no han aprendido a establecer vínculos relacionales positivos con sus iguales, tienen pocas habilidades sociales, otros, simplemente, tienen problemas conductuales, o de adicciones, o tienen problemas de salud mental€ y la referencia/vínculo con las y los profesionales no siempre resulta fácil en el día a día.

Un CAM que esté bien cubierto arquitectónica y profesionalmente, se podría equiparar a aquellos hogares de familias con recursos técnicos y personales, con imaginación y paciencia (¡mucha paciencia!). Luego pueden tener o no, además, terraza o jardín, o una casa más o menos grande. En cualquiera de estos casos, ante las dificultades que puedan surgir, se pueden buscar soluciones o mediar en ellas. Pero ¿y si el Centro es deficitario?, ¿o tiene menores conflictivos? (¡no digamos disruptivos!) Imaginen lo que puede llegar a pasar.

El nuestro, es un Centro pequeño arquitectónicamente y "pequeño" en personal. Es por eso que todas y todos pensábamos que íbamos a tener un confinamiento muy conflictivo. Pero éramos los que éramos y no tuvimos otra opción que ponernos manos a la obra: cambiamos los horarios de profesionales y menores, cambiamos rutinas, explicamos a todos y todas "cómo estaba la situación" y ¡comenzamos la experiencia!

Hoy, un mes más tarde, creo que es de justicia reconocer algunas realidades.

Las y los profesionales han superado con creces las expectativas, y todo esto, ¡trabajando con pocos medios! Y me refiero a TODO el personal educativo y no educativo (¡si es que alguien que trabaja en un Centro como el nuestro, puede ser considerado, en esencia de no ser "educativo"!).

Los "refuerzos" (que vinieron del personal privado de otros centros) llegaron cuando ya llevábamos tres semanas de confinamiento. Refuerzos para ayudarnos a llevar la parte educativa, no para disminuir la frecuencia presencial de los y las educadores del Centro. Eso sí, acostumbrados también a trabajar duro, estas profesionales se acoplaron rápidamente, por lo que no podemos más que agradecer su empeño.

Hemos recibido de las distintas Administraciones un aluvión de normas, normas y más normas€ pero poco material de protección, al principio. Y como siempre, las demandas "hacia abajo" debían ser satisfechas con más rapidez que las que se solicitaban "hacia arriba".

La coordinación sanitaria con Atención Primaria, se está cumpliendo a diario y cuando hemos pedido ayuda o aclaraciones, las hemos tenido. Gracias a ella, hemos podido hacer frente a las dificultades estructurales y hemos tenido siempre a punto nuestro protocolo de urgencia También ha sido fluida la coordinación con la Policía Local, cuando ha sido necesario y periódicamente, con los Servicios Sociales del ayuntamiento.

Pero si debemos dar un premio, una consideración especial, ha de ser a los chicos, chicas y jóvenes que, conviviendo en un espacio pequeño, han sabido ajustarse y readaptarlo con mucha eficacia. Todos los días llevan a cabo parte de las cuantiosas tareas escolares, a pesar de sus limitaciones escolares. Ayudan a las diferentes profesionales limpiando zonas comunes y ordenando lo que se les pide. También hacen gimnasia, para todas los que quieren, coordinadas por uno de los jóvenes o participan de los juegos y actividades variadas que sugieren las y los profesionales, o ellos mismos.

Ni yo, ni muchos de los que trabajamos tantos años en esta dura y compleja realidad del acogimiento residencial pensábamos que la respuesta de las y los muchachos iba a ser tan positiva. ¿Con esto quiero decir que no surgen problemas? Nada de eso, ¡claro que los hay!, como en todas partes, como en todas las familias, pero, hasta ahora, los hemos ido solucionando y es justo que se conozca.

Puedo afirmar, por último, que los chicos y chicas acogidos en nuestro Centro están dando un ejemplo de madurez que se debe dar a conocer a la sociedad, porque desgraciadamente, el mundo de los Servicios Sociales suele ser más noticiable cuando surgen problemas, que cuando los que conviven en acogimiento residencial están colaborando para que esta experiencia de confinamiento sea un motivo para la esperanza.

Mi consideración más sentida hacia ellas y hacia ellos. Es de justicia.