La cultura posmoderna, que sustituye lo consistente por lo banal, provoca en el ser humano una búsqueda mutable, insaciable e inmediata de la conquista del deseo. Spinoza decía que "el deseo es la esencia misma del hombre". Entonces, ¿el deseo es motor de la voluntad o reposa sobre la tendencia?

Cuando los deseos están exiliados de un sentido y se anclan en la tendencia, la búsqueda del deseo se transforma en la conquista insaciable del objeto. Esta conquista parece validar los propios medios para conseguirlo, la existencia, o incluso hasta la propia eficacia de uno mismo.

Ahora que vivimos en el silencio exterior e interior, que nos reconocemos vulnerables y sabedores de que la existencia solo es posible en relación con otras personas, nuestro pensamiento levita sobre la habitual táctica del avestruz, en la que los deseos se basan en la tendencia -en la sugestión de los otros- para dar paso a un sentido de la vida en la que apoyamos nuestra resistencia. V. E. Frankl, que sobrevivió tres años al confinamiento de los campos de concentración nazis, nos señala en su obra que "la vida nunca se vuelve insoportable por las circunstancias, sino solo por falta de significado y propósito".

Pese a que en esta crisis hemos seguido experimentado peligrosas obstinaciones insulares de los discursos negacionistas de ciertos jefes de estado y/o políticos (los mismos que promueven enemigos y apuestan por la privatización de los servicios esenciales) y esporádicas acciones de coacción vecinal, como la ejercida sobre el personal sanitario o sobre el de la alimentación por residir en su bloque de viviendas, hemos visto y sentido que la mayoría de vecinos y vecinas aplaudimos el significado de convivir resistiendo en un mismo mundo.

Después de unas décadas de amnesia colectiva, la memoria nos invita a recordar los motivos por los que hemos llegado a esta situación. A ser conscientes de que los virus y/o los problemas medioambientales no discriminan ni entienden de fronteras. Que precisamos de una genuina colaboración internacional para salvaguardar la salud del planeta y para paliar "la degradación generalizada en las relaciones humanas, marcadas por una profunda desigualdad/injusticia social y la falta de una solidaridad mínima€" (Lovelock) provocada por la falta de acceso de la mayoría de la población mundial a la salud, la vivienda, la protección social, la educación y el trabajo digno.

Después de esta experiencia, vamos a despertar en un mundo diferente. Un mundo cuyo propósito parece ser que se postula en dos tipos de cultura. ¿En qué sentido posicionaremos nuestro deseo y propósito? ¿En la vigilancia, la negación y la coacción? o ¿En la confianza, la aceptación y la generosidad?

Para finalizar, quiero ovacionar a la mayoría de ustedes por el compromiso, la solidaridad y creatividad mostradas para minimizar los efectos de esta crisis. No olvidemos que "En España lo mejor es el pueblo. Siempre ha sido lo mismo. En los trances duros, los señoritos invocan la patria y la venden; el pueblo no la nombra siquiera, pero la compra con su sangre y la salva" (A. Machado)