No recuerdo la primera vez que la vi, pero debió de ser allá, por los años sesenta en casa de mi tía Carmen. El olor de café que desprendía aquella pequeña cafetera metálica invadía toda la casa llenándola de una atmosfera de felicidad y aromática modernidad. La cafetera italiana, si mal no recuerdo, creo que había sido adquirida en uno de aquellos viajes tan populares al Principado de Andorra junto a otros objetos- las solicitadas vajillas de Duralex- que a mis ojos de niño se me aparecían como las Siete Maravillas del Mundo, recordando el titulo de aquella película que anunciaba el cine Oeste en el nuevo formato llamado Cinerama. Estos días de reclusión obligada la silueta de aluminio de la cafetera exprés vuelve a destacar entre las cosas y objetos del universo doméstico. Han pasado cerca de noventa años desde que un ingeniero del norte de Italia, ese territorio hoy en dia tan castigado por la maldita pandemia, tuvo la idea de crear un utensilio para hacer café en casa sin tener que desplazarte al bar o la cafetería. El creador se llamaba Alfonso Bialetti que con la colaboración, al diseño, de Luigi Ponti se pusieron manos a la obra, produciendo en 1933 la primera cafetera; un modelo que ha llegado hasta nuestros días con apenas variaciones. El invento consistía en filtrar el café usando el calor; la fusión del agua y el café, anunciada por el alegre murmullo efervescente, a través de un filtro acababa produciendo la combustión milagrosa. Y el café en su punto. Así ha sido desde entonces en millones de hogares convirtiéndose en la cafetera más popular y por descontado, la más copiada del mundo.

Hoy en día con la llegada de las nuevas generaciones de maquinas de café sin duda la Moka Exprés ha perdido bastante protagonismo en el territorio doméstico. Sin embargo su figura, ya sea la original de brillante aluminio con la enseña del pequeño hombrecito bigotudo o modelos más modernos, continua compitiendo en elegancia y originalidad con los modelos más sofisticados de cafeteras. Supongo que eso es lo que llaman un buen diseño los estudiosos de esa pareja -no siempre bien avenida- donde se funden función y forma. O lo que es lo mismo un diseño creado con pies y cabeza. Aquella «feina ben feta» que proclamaban los noucentistas catalanes a inicios del siglo XX apadrinados por Eugeni D'Ors. Estos días en que la cocina se ha transformado en uno de los territorios más visitados del espacio doméstico observo algunos de los objetos cuyo diseño también ha superado la prueba del tiempo: La estilizada combinación de elementos de la batidora de vaso -modelo retro- de la firma Oster que directament nos envía a la luminosa cocina de Doris Day formando pareja con Rock Hudson o Cary Grant en una de aquellas comedias almibaradas de la Paramount de finales de los años cincuenta. La rotundidad de la olla exprés, la belleza aerodinámica de la tostadora, la delicadeza de esa fuente de cerámica con dibujos de La Cartuja€

El olor del café de la Moka Exprés es el anuncio del dia que comienza. Un día más que acabaremos descubriendo, entre la resignación y la rutina, se sigue pareciendo demasiado al de ayer. Y quizás también al de mañana, todavía por venir. Mientras tanto, el murmullo de la cafetera actúa como un desencadenante. Y de repente volvemos a sentir ese olor del pasado que necesitamos para mirar con esperanza el futuro.