Por primera vez en la Historia desde que comenzó a celebrarse a finales del siglo XIX, el Primero de Mayo no vivirá manifestaciones en las calles de las ciudades de todo el mundo debido a la pandemia del COVID-19. En un momento en que el planeta vive su mayor desafío desde el final de la Segunda Guerra Mundial, enfrentándose a una crisis de grandes proporciones y que tendrá un alcance aún desconocido, parece fuera de toda duda que el mundo del futuro próximo será muy distinto al que conocíamos hasta hace apenas dos meses.

Resulta paradójico que, con decenas de millones de trabajadores perdiendo sus puestos de trabajo en todo el planeta y adentrándose en una situación aún más precaria y desconcertante que la que ya sufrían, no habrá manifestaciones multitudinarias en las calles reivindicando los derechos de una clase trabajadora que ya cargó sobre sus hombros la crisis financiera de 2008, mientras sus culpables, los bancos y las entidades financieras, eran rescatados por los gobiernos del mundo capitalista.

Sin embargo, la terrible situación a la que nos enfrentamos está poniendo sobre la mesa una serie de cuestiones sobre las que debemos reflexionar, que nos habían ocultado bajo la alfombra y que pueden hacer que la clase trabajadora asuma el mando para que el futuro sea muy distinto al que las oligarquías económicas y financieras y sus representantes políticos quieren que sea.

La primera de ellas es queda en evidencia la importancia de la vida humana y de una Sanidad Pública, de calidad y con recursos, que pueda garantizarla y protegerla, frente a quienes han hecho lo posible para desmantelarla.

En segundo lugar, que las enfermedades, y también el COVID-19, son también una cuestión de clases sociales y que no impactan de la misma manera a la clase trabajadora que a las clases más pudientes, y ahí están los datos por barrios para demostrarlo.

En tercer lugar, la importancia indiscutible de lo público y la lucha colectiva para afrontar una situación de crisis, frente al individualismo del sálvese quien pueda que predican desde hace décadas los fracasados adalides del neoliberalismo.

En cuarto lugar, la importancia de la soberanía económica para un país y de la economía productiva, frente al sometimiento a instituciones como la UE que ha demostrado desde su fundación ser un instrumento de las élites financieras para someter fundamentalmente a los países del sur de Europa, entre ellos España, y especialmente a sus trabajadores y trabajadoras.

En quinto lugar, la actuación de países como China y su posición actual en el mundo demuestran la superioridad de la economía planificada frente al neoliberalismo y la economía especulativa que ha llevado a países como España a un proceso de desindustrialización durante las últimas décadas, pero también de dependencia económica absoluta de países con modelos en decadencia y colapso como es el caso de EEUU.

En sexto lugar, la importancia de la solidaridad internacional frente a las políticas belicistas. Ahí están como ejemplo los sanitarios de un país subdesarrollado, criminalizado y bloqueado como Cuba, colaborando con países de todo el mundo, incluida Europa, frente a la incapacidad de organizaciones como la OTAN, a la que España pertenece y a quien pidió ayuda y que apenas respondió con un 1% de lo que se le solicitó.

Y por último, una cuestión fundamental que se ha demostrado durante estas semanas de confinamiento y que cobra una especial importancia en este día: que solo la clase obrera es imprescindible. Que no solo los sanitarios a quienes estaremos eternamente agradecidos son imprescindibles, sino también los trabajadores y trabajadoras más precarios y peor pagados son mucho más necesarios que los consejeros de administración de las grandes empresas. Que una limpiadora o una cajera es más imprescindible para la sociedad que Ana Botín, o que cualquiera de esos grandes empresarios a quienes no les ha temblado el pulso por intentar prescindir de miles de trabajadores a pesar de sus desorbitados beneficios económicos. Por eso, en este Primero de Mayo, quizá más que nunca, la clase obrera debe sacar su orgullo de clase, el orgullo de saberse imprescindible. Los imprescindibles que han parado el mundo y quienes pueden ponerlo de nuevo en marcha para que la rueda de la historia gire esta vez en su favor, y bajo su mando.

Feliz Primero de Mayo.