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Verdades

Se multiplican los expertos que nos brindan resúmenes vendidos como conocimento real sobre el mal que nos acecha

Los griegos clásicos, que fueron maestros en gran parte de lo que supone la civilización pero a los que tampoco hemos hecho nunca demasiado caso, distinguieron entre episteme y doxa para separar lo que es una verdad cierta de la simple opinión. Con motivo de la epidemia que sufrimos y de la reclusión forzada a la que estamos „menos mal„ sometidos se han multiplicado los expertos que nos brindan resúmenes vendidos como conocimiento real para que nos ilustremos acerca del mal que nos acecha y sus previsibles consecuencias. Una de tales columnas que he leído anima al lector a divulgar su contenido, que se refiere a las cuatro preguntas clave cuya respuesta es necesaria para poder recuperar la normalidad. Las cuatro preguntas se refieren al número real de infectados, al tiempo que les durará la inmunización a quienes hayan superado la infección, a si España está preparada para saber quiénes han sido invadidos por el virus y, por fin, al porcentaje de muertes que éste causa. Y tras sucesivos alardes acerca de lo que se conoce y lo que se ignora, la respuesta del autor a las cuatro preguntas es, por lo que hace a nuestro país al menos, que cualquiera sabe.

Al menos en este caso, pese al disfraz de conocimiento „episteme„ se reconoce que nos movemos en el terreno de la opinión „doxa„; algo que, en realidad, no sirve para nada. Así que para semejante viaje no eran necesarias tan monumentales alforjas. A los efectos de la infección por el Covid-19 y la forma de combatirlos se les puede aplicar la lógica más elemental que rige en cualquier enfermedad: diagnóstico y tratamiento. Con respecto a este último, es sabido que consiste en el intento de alivio de los síntomas mientras no tengamos la vacuna disponible, es decir, en el plazo de un año según los cálculos más optimistas. Sucede, pues, lo mismo que con la gripe común para quienes, por ignorancia, superstición o desidia, no se vacunan, y esa enfermedad se cree „doxa„ que es diez veces menos letal que el Covid-19. Dicho de otro modo, hablando de éste ni sabemos cuántos infectados hay en España porque la compra y uso de medios de test por parte del Gobierno es cosa como de los hermanos Marx, ni hay un protocolo claro de tratamiento „doxa, de nuevo„ porque cada día se ensayan a la desesperada nuevos fármacos. Estando en el aire tanto el diagnóstico como el tratamiento, parece que la única pregunta con sentido que cabe hacerse es cómo permanecer libre de contagios. Y ahí si que contamos con un saber „episteme„ firme: hay que evitar que el virus nos llegue, ya sea por las gotitas exhaladas al hablar, toser o estornudar como tocando superficies en las que se encuentre. Aislamiento, se llama esa figura. Los países que lo han aplicado se supone „doxa„que sufren muchos menos contagios y muertes. ¿Qué pasará ahora que se ha levantado para los niños en España? Verdad absoluta: no se sabe. Así que el Gobierno confía en que Dios nos ampare.

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