Sin lugar a dudas el coronavirus, ha supuesto el tercer gran shock del S.XXI, tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, y la recesión económica de 2008, que puso de manifiesto los peligros de las opacidades del sistema financiero.

Pero quizás, la crisis a la que asistimos en la actualidad sea la más tangible de todas, e imágenes que hasta hace unos meses se atribuirían al mundo de la ciencia ficción se han hecho realidad y un tercio del mundo se encuentra confinado en su casa.

Quizas lo más positivo de esta crisis ha sido el reconocimiento de profesiones que parecían invisibles y que han resultado ser esenciales para la sociedad, además de poner de manifiesto el valor de la sanidad pública y sus profesionales como pilar del Estado social, cuya dedicación se daba por sentado, pero que hemos demostrado estar más que a la altura de las circunstancias, en ocasiones incluso por encima de aquellos que tienen que liderarlas, arrancado millones de aplausos desde los balcones de los países más azotados por crisis sanitaria.

En el caso del coronavirus, se trata de un ejemplo contemporáneo del conocido "efecto mariposa", expandido por las facilidades de la movilidad de personas que ha propiciado la globalización. No obstante, esta desaparición de fronteras, no ha llegado al mundo jurídico, y la falta de homogeneización en los controles sanitarios de alimentos ha provocado que la ingesta de un animal exótico, como la manzana del pecado original del S.XXI, en un mercado local a 10.000 kilómetros de España, se haya transmitido a una velocidad exacerbada por todo el globo hasta erigirse como la gran amenaza para nuestro país y el resto del mundo.

Ante los presentes acontecimientos y la gravedad de estos, no parece descabellada la exigencia de responsabilidades ante la falta de control y regulación de las autoridades del país confuncio, que pueden llegar a acuñarse de negligentes.

Es sabido que tanto en la medicina china de tradición milenaria, como en su propia dieta, se utilizan animales salvajes para el consumo, con los riesgos que ello puede implicar, como desgraciadamente ha podido comprobarse. Por ello es preciso que, por un lado, Pekin elabore un plan para erradicar la venta y el consumo de animales exóticos que impliquen peligros para la salud. Pero además, en vista del impacto de este último brote viral, y sus devastadoras repercusiones en el ámbito económico, empuja a considerar la posibilidad de exigir también responsabilidades economicas ante las consecuencias sobre el PIB de los países más afectados, de magnitud aun difícil de calibrar.

Como apuntan todos los expertos, todavía es pronto para determinar el alcance de la pandemia actual, pero se puede comenzar a analizar las causas de esta y en su caso el requerimiento de daños y perjuicios ante un sistema de control cuya negligencia ya se ha llevado cientos de miles de vidas en todo el globo.

Ahora la primera prioridad, es ganar la batalla al virus que no solo nos ha robado vidas, sino también momentos, abrazos, y el último adiós de muchos. Pero con la misma firmeza con la que decía que estamos viviendo el tercer gran shock del S.XXI, también es posible afirmar que este pasara, y volveremos a salir a las calles. Paradójicamente la palabra crisis en chino se escribe con dos pinceladas, una significa peligro y la otra oportunidad, hagamos caso a la etimología y aprovechemos esta situación para tomar conciencia de los peligros y la oportunidad que nos brinda para adoptar los cambios necesarios en aras de evitarlos en un futuro.