«La poesía és com la pell de l'aigua

d'una piscina en un llit de lluna.

Però també és la queixa de la bèstia

que alça des d'una cova pestilent

la mirada arrasada per la por»

Joan Margarit, 2005

Aún no se ha visto a los capitostes empresariales, que se prodigan, romper una lanza por el arte. Ni tampoco los políticos, de uno u otro bando, ni en la Universidad. Que permanecen callados. Hay un mercado del arte como existe y bien potente, el de la cultura. Si no les atrae la creatividad, el pensamiento y la comunicación, al menos que se interesen por el negocio. Sólo nos mueve a la queja y al catastrofismo la reivindicación de los grandes números. ¿Una lástima o la batalla perdida?

Artistas

He vivido siempre con y para los artistas, en el más amplio sentido de la palabra: orfebres -qué preciosa palabra-, escultores, artesanos, joyeros, el amplio abanico de las artes gráficas, «fusters» de Ribera y de la decoración, herreros, pulidores, ceramistas, restauradores, los encuadernadores, mis queridos pintores, escultores, músicos, productores y activistas culturales, luchadores por los libros y su comercio, bibliófilos de lo nuevo y viejo, animadores de museos, fundaciones de verdad a fondo perdido, galeristas sin demasiado ánimo de lucro, jugadores a la apuesta por un artista o una corriente plástica, diseñadores de ilusiones, creadores de expresión e intercomunicación. Escritores, ensayistas, críticos, oradores y periodistas con vocación de servicio a la cultura. Todos ellos están abandonados. No fabrican coches ni construyen casas, pero nos ayudan a disfrutar, a pensar y a seguir ilusionados por la vida. La suya y la nuestra, que pocas veces se salva por el reducto selectivo de la cuenta de resultados.

Cervantes

En pleno arresto domiciliario, Joan Margarit i Consarnau ha recibido el premio Cervantes. Creado en 1976, a los escritores hispanoamericanos que hayan contribuido al enaltecimiento de la lengua castellana. ¿Un poeta catalán, que ejerce de lo suyo, en estas lides? Para fin de 2019 me acerqué a Lepanto, recoleto puerto griego de Naupactos, donde está la estatua de Miguel de Cervantes -mención expresa e individualizada-, herido en un brazo. Autor del Quijote que comenzó a leer Margarit en el acto virtual que celebraba la entrega a un poeta y arquitecto catalán -artista y técnico-, del principal galardón de las letras españolas. Era sant Jordi, dia del Libro que debía conmemorarse con la compra simbólica de una obra escrita y estampada en papel, acompañada de una rosa roja. La pandemia Covid-19 hace estragos entre los artistas. Un pintor, amigo mío, lleva encerrado en su estudio desde el 14 de marzo pintando sin parar. Seguro que esta producción pictórica, como siempre fruto de la inspiración, llevará el sello del confinamiento. Le he pedido que me reserve un cuadro pintado en estos días de encierro contra el virus. Los artistas necesitan que les acompañemos, que les animemos y que les encarguemos aquello que honesta y laboriosamente producen. Con su estrés y para su público, nosotros. Los restauradores y chefs admiten encargos remunerados para comer en sus comedores más adelante, cuando sea posible. ¿Por qué no podemos hacer lo mismo con el mercado del arte?

Delito

Los artistas trabajan para vivir y constituyen la brigada creativa de la sociedad. Los escritores y los poetas lo son. Plasman sus ideas y sus sentimientos para los demás. No es generoso dejarlos en la estacada. Si crean en soledad, la materialidad de su obra les sirve para conectar con quienes aprecian y respetan su trabajo. Una situación de parálisis en la intercomunicación de los humanos es un drama personal y profesional para el artista. Un delito de lesa cultura para la sociedad. Esta composición dramática en torno al arte y a la cultura no es nueva. Viene de antiguo. De la idea aviesa de que la cultura es un lujo. «Primum vivere deinde philosophari». Siempre lo último, cuando se puede demostrar que sin arte, sin poesía, sin cultura, no hay vida. ¿No quieren ciencia? Pues ahí la tienen.¡ A ver quién lo rebate! El desprecio y el olvido por el arte viene de atrás. De mucho antes de la crisis capitalista de 2008 de la que todavía no se ha salido.

Sobrevenido

Entre 2008 y 2020 nadie se ha ocupado por el estado de la cultura. El cine, las librerías, las editoriales y los teatros malviven. Todos somos responsables. Gobernantes, gobernados, medios de comunicación y gente de a pie. Nos dejan sin el alimento del espíritu y no reaccionamos. La belleza es difícil, pero hemos de luchar cada día por ella. Romper lanzas y flechas, que hagan daño, por la cultura, es obligación y compromiso. Algún necio pensará que se debe al egocentrismo. Quien lucha por la supervivencia y la estabilidad cultural lo hace para que el mundo siga y se salve. Del adocenamiento y la estulticia.